A Coruña, convertida en una isla

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Un ingeniero militar propuso en 1701 aislar la ciudad para protegerla del ataque inglés

05 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1701, poco antes de la guerra de sucesión en el trono de España, el sargento mayor de Infantería e ingeniero militar Diego Manrique y Orio entregaba al capitán general de Galicia un plan para proteger A Coruña de un más que previsible ataque inglés. El militar proponía convertir la ciudad en una isla fortificada. En un expediente sobre el estado de la defensa del sur de Galicia, que se conserva en el Archivo Municipal de Vigo, se coló el informe que alude y, al tiempo, rechaza el mencionado plan.

«Comunicando el mar del Orzán con el de la bahía por un foso o canal, como corre la calle que atraviesa desde el Cantón al Arenal y Mar de Orzán, queda aislada la plaza y libre del único ataque que tiene por la garganta de la península, comunicándose con la tierra firme por un puente levadisso que se forme sobre el canal para el comercio» (sic), se puede leer en el documento.

«Y asegurado el puente por entreambos mares con una trinchera flanqueada que los cubra, y demoliendo las casas que están desde el Cantón asta la muralla y puertas de la torre, queda campaña bastante para bintilar cada passo de terreno que intente el enemigo ganar, deviendo vaxar precisamente descubierto desde la cordillera del castillo arruinado de Balparaiso, Santa Lucía, Santa Margarita y San Pedro, sitios que dominan la plaza» (sic), continúa describiendo Diego Manrique y Orio.

El capitán general traslada el plan a otros expertos para que lo valoren. Antonio Miguel de Castro firma su oposición argumentada. «El primer yncombeniente que aier se ofreció a la vista en aquel sitio del Arenal fue la fuetne que biene a la Pescadería (llamemos la plaza baxa) de más de un quarto de legua por conductos y con tanto trabaxo que por algunos paraxes se lebantó la muralla para conducirla al barrio de San Andrés adonde concurren los vecinos de las dos plazas a recoxerla para el uso de sus casas por ser la única que tienen dentro del poblado» (sic), señala indicando que el canal marítimo privaría a los vecinos y guarnición del «alivio del agua». Añade que sería muy complejo conducir el agua por debajo del foso porque «está muy cerca del Mar de Orzán, que de ordinario se altera y el mismo ympetu de las olas ha de arruinar el conducto».

De Castro vio otro inconveniente relacionado con la muralla: «De la parte interior del canal se ha de formar la muralla, mudándose la antigua o retirándose desde las puertas de la torre (donde oy está) al nuevo sitio», explica el experto ingeniero. Esto obligaría, según apunta, a demoler nada menos que 200 casas de coruñeses sin caudales para reedificarlas. «La ruina de estos vezinos es evidente sin el menos consuelo», concluye. A ello añadía que la bravura del mar obligaría a trabajar en las fortificaciones al menos dos años «porque si al abrir el foso o canal se halla peña mina es necesario bolarla», y si por el contrario se encuentra arena «la camisa con que se revistieren las escarpas ha de ser muy gruesa y el cimiento muy firme para que el continuo mobimiento de las olas no se robe y arruine y se malogre la obra». La conclusión es que los gastos y el tiempo serían cuantiosos «y en el estado presente me persuado a que uno y otro es más que dificultoso de executar».

A ello se sumarían, hacía constar en el informe el ingeniero, las consecuencias que traería el nuevo canal sobre la propia configuración de la costa y el movimiento de arenas por efecto de los vientos y los cambios en las mareas, que hacía previsible, según el experto, que «abierto el canal se debe temer que la misma alteración del Orzán continúe por todo el canal derecho y entre en la bahía la misma inquietud, pribándola del abrigo que oy tiene, y que la arena corra sin trompiezo y se baya cegando el puerto», concluye.

Por todo ello, De Castro se muestra contrario a realizar el plan de fortificación propuesto por Diego Manrique, y recomienda la capitán general que deseche esta opción. Así fue y, por ello, A Coruña sigue siendo península.