Un partido resucitado por la crisis de sus contrincantes políticos

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

MARCOS MÍGUEZ

El lío Marea-PSOE, las victorias en Galicia y España y el tesón de Rosa Gallego han evitado el derrumbe

15 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El 24 de mayo del 2015, el PP de A Coruña perdió la mayoría absoluta y la alcaldía que había esperado durante 32 años de gobiernos socialistas, y se sumergió en un estado próximo a la muerte política, como si se anticipasen cuatro años de oposición estéril que inaugurarían un largo dominio de las fuerzas de izquierda. Se esperaba que el candidato y anterior alcalde, Carlos Negreira, dimitiese antes de tomar posesión, que le acompañasen parte de los componentes de la lista y que la derrota solo fuese la primera antes de las anunciadas debacles en las generales y las autonómicas. «No hay nada que hacer, esto es como una de esas enfermedades que hay que pasar una vez para inmunizarse», decía entonces uno de los componentes del equipo de Negreira, seguro de la inminente victoria de los nuevos partidos políticos en las siguientes elecciones.

El nombre de Rajoy, hoy casi intocable, cotizaba a precio de barro; La Moncloa y la Xunta se daban por perdidas. Pero esos temores no se cumplieron, y en A Coruña la derrota causó estragos, pero los daños fueron menores.

Carlos Negreira no se fue de inmediato. En el verano posterior a la derrota se puso al frente de la oposición y, en el pleno, puso en aprietos al gobierno. Fue clave en la negociación de los acuerdos sobre salarios y asesores de la corporación, en los que el PP y los socialistas -ya despechados con la Marea- lograron recursos para hacer una oposición fuerte. Negreira dejó la política en enero del 2016. Mantiene una cuota de influencia y su proximidad a Núñez Feijoo, Beatriz Mato, Diego Calvo y otros notables del partido, pero desde que dejó el acta ha evitado realizar cualquier intento de influencia pública.

El papel de Rosa Gallego

La nueva portavoz municipal fue Rosa Gallego, número dos de las listas del 2011 y el 2015, teniente de alcalde de Hacienda durante el gobierno de Negreira. Gallego, que era alta funcionaria de la Xunta y carecía de experiencia política, había entrado en el partido de la mano de Diego Calvo, tenía un perfil técnico, pero fue situada al frente del partido en un momento de emergencia.

 Negreira confió en ella por el «tesón» que había demostrado durante sus años en el gobierno, que la había llevado incluso a contravenir decisiones del propio exalcalde, que en su día la elogió con aquel dicho de «mano de hierro, guante de seda».

Aunque durante el mandato se ha visto muchas veces sola y con dificultades para hacer funcionar un grupo municipal desmoralizado tras la derrota y que no eligió, su oposición severa al gobierno le granjeó el respeto del alcalde -que en un pleno reciente le reconoció su aprecio personal- y el de parte de la militancia, que llegó a organizar una pequeña campaña en Internet para que optase a la dirección local.

Gallego, que no ha olvidado y siempre ha negado las acusaciones de corrupción que la Marea lanzó y lanza contra el PP, siempre ha insistido en que su prioridad es recuperar la alcaldía más allá de los puestos. Su trabajo en estos dos años la ha convertido en casi imprescindible para el próximo candidato, como indican los elogios que ayer le dedicó Beatriz Mato en su presentación.

La bronca Marea-PSOE

Los choques en el ala izquierda del salón de plenos, entre mareantes y socialistas, socios supuestamente naturales de gobierno, han dado aire al PP, cuyos diez votos han tenido más importancia en el pleno de la que era previsible, gracias a la incapacidad del gobierno local de forjar alianzas duraderas. Ese protagonismo relativo ha evitado un colapso más profundo de los populares, que se han sentido refrendados por los resultados de las generales y las autonómicas, en las que recuperaron miles de votos mientras sus contrincantes se estancaban o perdían apoyos.

Un partido dormido

El hiperliderazgo de Carlos Negreira, que lo fue todo en el PP provincial, dejó en un segundo plano a la agrupación local, que había sido clave para su llegada a la alcaldía, gracias a un hábil sistema de oposición en dos frentes -el pleno y la calle- orquestado por la mano derecha del exregidor, el edil Julio Flores. Pero ese aparato se desarticuló tras acceder a la alcaldía para dar prioridad a la acción de gobierno. El resultado es que el partido, siempre conflictivo en A Coruña, entró en un letargo que le impidió movilizarse en las municipales del 2015. Para entonces el malestar con el estancamiento de la formación ya era evidente, e incluso se había manifestado en protestas pasivas, como la baja asistencia a actos oficiales, e incluso alguna crítica en voz alta. Tras la marcha de Negreira y del presidente local, Fernando Fernández, el secretario José María Barreiro se convirtió en presidente en funciones. Pero el partido siguió sin moverse, desmovilizado y con algunas facciones en su interior, pero que no llegaron a convertirse en fracturas serias. El nuevo presidente local tendrá entre sus primeras tareas reactivar el partido y convertirlo en una herramienta útil para los comicios del 2019, como lo fue, con bastante ayuda externa, durante las últimas elecciones generales y autonómicas.

La portavoz del PP exige a Ferreiro que pacte los asuntos estratégicos

La portavoz del PP, Rosa Gallego, y el alcalde, Xulio Ferreiro, se reunirán hoy por la mañana en el primero de los encuentros propuestos por el regidor con la oposición para tratar los presupuestos y otros asuntos clave para la ciudad, como la fachada marítima, el área metropolitana y el modelo de movilidad. Gallego anunció ayer que exigirá al alcalde que negocie esos temas en la junta de portavoces, ya que se trata de cuestiones que superarán este mandato y afectarán a los próximos ejecutivos. Además, afirmó que le reclamará el fin de la «parálisis municipal», que termine con el abandono de los barrios y que dé una salida a las entidades sociales, culturales y deportivas a las que se recortarán fondos.