Puertas y ventanas tapiadas para evitar que entren okupas

B. C. P. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

Decenas de viviendas deshabitadas de la ciudad, sobre todo las más antiguas, son cerradas por sus propietarios

29 mar 2017 . Actualizado a las 10:16 h.

La preocupación ante la okupación de viviendas no es algo novedoso. Casas en estado ruinoso cuyos propietarios se han desentendido, otras que han sido embargadas por un banco o inmuebles deshabitados durante años son un dulce caramelo para personas que buscan un techo por diferentes motivos. Los dueños de estas viviendas, ante el temor que suscita una okupación prolongada que impida cualquier maniobra al margen de lentos procesos judiciales, optan, en muchos casos, por tapiar puertas y ventanas y, así, sellar sus casas ante cualquier tipo de incursión. Los barrios con más casos de casas okupas son Eirís, Monte Alto, los Mallos y la Sagrada Familia.

La mayoría de casos -en la ciudad hay decenas de casas cerradas- corresponden a viviendas antiguas cuyos propietarios, en muchas ocasiones, han fallecido y sus descendientes no tienen interés en ellas y deciden bloquear los accesos a la espera de una situación propicia para vender. Se trata de una técnica muy extendida en muchas urbes, y se produce tanto en la periferia como en el centro.

Eduardo Pérez

En A Coruña, por ejemplo, hay muestras como la de As Xubias, con múltiples viviendas tapiadas. Se trata de una zona de edificios antiguos y sin reformar en muchos casos, que al irse vaciando con el tiempo han suscitado el interés de okupas. Pasa algo similar en la avenida de Finisterre, donde, en dirección a Meicende, hay viviendas que llevan décadas sin habitarse y fueron cerradas.

También por la misma zona, en A Silva, se pueden ver este tipo de casas antiguas con todos los accesos tapiados. Se trata de una zona históricamente conflictiva por su cercanía con el antiguo poblado de Penamoa, sobre el que se edificó la tercera ronda.

E. Pérez

Eirís es otro de los barrios predilectos para los okupas, como se ha podido comprobar en el caso de las dos viviendas de Antonio Vázquez, el emigrante venezolano que se encontró sus casas destrozadas y decidió pagar 750 euros para que las desalojasen. Según uno de los okupas y el propio Antonio, algunos de los residentes en estas viviendas se desplazaron hasta otra, situada en el número 20 del Camino de la Capilla. Allí, los okupas tienen el portalón cerrado con un candado para evitar que entren personas ajenas. A lo largo de la avenida de Monelos y la carretera de Eirís se pueden ver otras viviendas cuyos propietarios fueron más precavidos y decidieron cerrarlas.

También el centro de la ciudad tiene edificios con portales tapiados para evitar allanamientos. En la calle Orzán son varios los inmuebles antiguos con todos sus pisos deshabitados. También en la calle Real o en San Andrés se puede apreciar este fenómeno. En el caso del centro coruñés, muchos sintecho recurren a amplios soportales, cajeros automáticos y antiguas galerías para pasar las noches.