Dos años esperando por la licencia municipal para abrir en el Parrote

Eduardo Eiroa Millares
E. Eiroa A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CEDIDA

Trabas burocráticas impiden inaugurar el primer local de la nueva zona peatonal

01 abr 2017 . Actualizado a las 09:20 h.

El túnel de la Marina se empezó en diciembre del 2013 y en abril del 2015 estaba terminado. Año y medio para hacer la excavación, construir la estructura, cerrar y urbanizar. El primer restaurante que tiene previsto abrir sus puertas en las arcadas del renovado Parrote lleva dos años de gestiones solo para conseguir la licencia municipal para abrir. Faltan las obras, que necesitarán un plazo bastante menor.

La explanada del Parrote lleva tres años abierta a los peatones y todo ese tiempo sin servicios y deteriorándose por la falta de mantenimiento y como consecuencia de los contantes actos vandálicos. En los arcos adosados a su muro hay dos locales en concesión para negocios de hostelería. En uno de ellos tiene previsto desde hace 24 meses abrir sus puertas El Baluarte, un local de cocina tradicional y producto gallego cuyo promotor, el empresario hostelero Lucas Pan, lleva todo ese tiempo tratando de conseguir el permiso municipal para poder empezar.

Gastos

Al parecer, esa habilitación ya contaría con el visto bueno de Patrimonio y estaría próxima, pero a él nada le han comunicado y todavía no sabe cuándo podrá empezar la reforma. Eso sí, desde que le dieron la concesión ha de pagar semestralmente la tasa al Puerto -es el propietario de los locales-, unos 8.000 euros. Además, abonó también las tasas de la licencia municipal y pagó el proyecto. En total, bastante más de 30.000 euros sin poder empezar a facturar.

«Llevo dos años pagando la concesión y sin poder empezar a trabajar, para nosotros esto es un quebranto tremendo», dice, y lamenta que en la actual coyuntura económica las Administraciones solo pongan trabas: «Facilidades no hay ninguna, y eso que cuando abra, en verano, habrá entre ocho y diez camareros y tres o cuatro personas más en cocina», dice.

Su caso es parecido al de muchos otros empresarios que quieren hacer algo en zona Pepri. Primero, cuenta, necesitó un permiso de Patrimonio (Xunta), se lo dieron, pero pidiéndole que hiciera dos o tres cambios. Los hizo y hace año y medio fue con la documentación al Ayuntamiento, pero tampoco valió y el consistorio lo mandó de vuelta a la Xunta, que volvió a poner pegas otra vez. Prefiere no citar culpables, pero sí sabe quién sale peor parado: «La parte perjudicada somos nosotros como empresa, es la muralla, que está en mal estado y es el empleo», dice, y recuerda que su proyecto para por rehabilitar una muralla hoy llena de filtraciones y humedades y hacerla accesible para que se pueda ver. «¿Está mejor como está?», se pregunta.

Un espacio de 55.000 metros cuadrados del que se cayó el proyecto de El Silabario

Si hay unanimidad en algo sobre la nueva fachada marítima de la ciudad es en que le falta vida. Adolece de espacios verdes y de zonas que la hagan más atractiva. En el Parrote parte de esa humanización venía dada por los locales de hostelería que formaban parte del proyecto. Había tres, de los que, años después de la apertura de la zona a los peatones, no hay ninguno abierto.

El de El Baluarte no lo está por la burocracia que impide que se le conceda un permiso. En el resto de los casos se debe a que los promotores desistieron por las condiciones económicas. En el Parrote se iba a instalar El Silabario, un restaurante galardonado con una estrella Michelin que iba a llegar a A Coruña pero que finalmente se quedó en el camino.

La intención era la de ocupar el local más grande, que gestiona la empresa Copasa como parte de las contraprestaciones recibidas después de que la empresa financiase la obra del aparcamiento subterráneo. Las tarifas que solicitó la constructora a posibles clientes hicieron que al menos dos desistieran tras haber mostrado interés o, como en el caso de El Silabario, llegar a un preacuerdo y anunciar fecha de apertura. Hoy ese espacio continúa vacío. También lo está el otro establecimiento de las arcadas al lado de El Baluarte.

En los 55.000 metros cuadrados de espacio ganado para los peatones no hay servicios ni árboles, y mientras no se concretan los planes del Ayuntamiento aquello sigue siendo, dicen quienes lo pasean, una explanada que sigue sumando cristales y luminarias rotas y en la que afloran las pintadas.