La fijación de Lugrís por la torre de Hércules

Rodri García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ANGEL MANSO

Las obras del artista expuestas en Afundación permiten ver la evolución arquitectónica del faro

02 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Soy un pintor puramente imaginativo, pero a través de una realidad concreta». La frase de Urbano Lugrís puede leerse frente al mural Vista de A Coruña 1669, que es una muestra de ello, ya que para pintarla el artista se inspiró en la primera vista panorámica de la ciudad que hizo Pier María Baldi y cuyo original se conserva en Florencia. Y entre las realidades concretas con las que el artista tenía fijación está la torre de Hércules, cuya evolución puede verse a través de las obras del artista. Así se recoge en la exposición Lugrís, paredes soñadas, que puede verse en la sede de Afundación. Uno de los paneles está dedicado a mostrar las distintas imágenes del bimilenario faro que pintó el artista y que permiten «comprobar a evolución arquitectónica do faro». Cada una de las imágenes aparece no solo datada, sino documentados los elementos más característicos de la torre en dicha fecha, y que van desde el muro exterior de la misma hasta los dos torreones que durante un tiempo la coronaron, pasando por los elementos decorativos que en alguna de las obras incluyó el pintor, como colgarle un farol.

  

De Cervantes a las cristaleras

La exposición de Afundación, que estará abierta hasta el 2 de septiembre, permite recuperar imágenes casi olvidadas, como las dos obras que Lugrís pintó en la librería Cervantes, que estaba en la esquina de la plaza de María Pita («donde está ahora la pulpería», ubicaba el comisario de la muestra, Rubén Ventureira), cuyo propietario era Fernando Arenas. Una de ellas está hecha sobre una puerta y la otra, lógicamente, representa a Don Quijote y a Sancho en tierras castellanas. Son imágenes de una Castilla, «que no le gustaba nada pintar», apunta el comisario.

En la muestra también hay piezas que se ven por primera vez, como son las vidrieras que estaba en la casa de Miguel San Claudio San Pedro, en la calle Padre Feijoo. Aunque una de ellas está rota, los responsables de la muestra consideran que se trata de unas pinturas inéditas y por lo tanto debían formar parte de la exposición. En total son más de cien obras de Urbano Lugrís y algunas más a las que se alude, pero que no pudieron ser incluidas, como los grandes murales que están en el museo Masó y que tienen más de ocho metros. De todos modos, las obras que hay de dicha factoría son, por su estilo, una sorpresa más de la exposición.

De la iglesia de Vilaboa al proyecto de San Pedro de Visma

Uno de los atractivos de la muestra Lugrís, paredes soñadas es la contextualización, en algunos casos por primera vez, de las obras del artista. Así, explican los organizadores, los cuadros de contenido religioso aparecen expuestos «como si estuvieran en un altar», gracias a la iluminación. Es el caso del tríptico formado por las obras que el artista había pintado en la iglesia de Vilaboa, junto con el parvulario anexo, donde también hay diversas intervenciones del pintor. El árbol de la vida, la muerte y la resurrección son los temas de este tríptico, que le encargó en su día el sacerdote Cardoso Liñares. Otro de los trípticos expuestos son tres imágenes de santos gallegos, como san Rosendo y san Pedro de Mezonzo y una santa de nombre Trahamunda, que Lugrís pintó en la capilla del sanatorio Álvarez de Santiago.

Como curiosidad, apuntaba el comisario, Rubén Ventureira, que mientras de algunas obras del pintor hay poca documentación, o en ocasiones casi ninguna, de una intervención que tenía previsto hacer en la iglesia coruñesa de San Pedro de Visma sí que apareció el boceto de lo que pensaba hacer el artista y forma parte de la exposición. De todos modos, de este trabajo «no hizo nada», tal y como se encargaron de corroborar los organizadores de la muestra visitando dicho templo. Una de las numerosas gestiones en busca del legado de Urbano Lugrís.