«En cada una de nuestras prendas hay una historia de superación personal»
A CORUÑA CIUDAD
Está al frente del taller de donde salen los artículos que venden en la tienda Reestrenar
03 abr 2017 . Actualizado a las 18:25 h.Esta semana se inauguró en la calle Ángel Senra la primera tienda externa del taller textil de Padre Rubinos, llamada Reestrenar, que se suma a la que ya estaba activa en la antigua sede de la institución. Un comercio en el que las prendas donadas por los ciudadanos a través de los contenedores blancos que pueblan las calles de la ciudad tienen una segunda oportunidad (si están en buen estado) o cobran una nueva vida en forma de mantel, delantal, cartera o mochila por obra y gracia de las manos de los usuarios del albergue que buscan una salida a través de este taller, coordinado por la educadora social y artesana Esther Patricio.
-¿Cómo funciona esta pequeña industria textil de Padre Rubinos?
-La prioridad siempre es atender las necesidades de los usuarios del albergue y de las familias externas que necesitan este tipo de servicio. Al resto, las prendas que no utilizan, les alargamos la vida con la venta directa en la tienda de la avenida de Labañou y, ahora, en esta de Ángel Senra. Y las que llegan al taller son las que están deterioradas y no pueden usarse. Allí las despiezamos y hacemos nuestros artículos.
-Llevan poco tiempo y ya cuentan con dos tiendas.
-Comenzamos en abril con el taller, y a partir de ahí fue cuando surgió la posibilidad de crear un departamento de producción. Somos conscientes de que está yendo muy rápido, y eso nos mantiene muy ilusionados. Ha sido posible gracias a que hemos contado con ayudas muy importantes de la Xunta y el Fondo Social Europeo. Y también hay que agradecer la colaboración de la Asociación de Hosteleros, que nos adquirieron los uniformes de los alumnos de la escuela Álvaro Cunqueiro, Zona Obelisco, Hospeco, Seur, la Asociación de Empresarios de Agrela... Y por supuesto el propio centro Padre Rubinos, que ha creído en todo momento en este proyecto. Pero no me puedo olvidar de todos aquellos que hacen donaciones de ropa, porque forman parte directa de esto. Con cada prenda están contribuyendo a que una persona pueda vestirse o que otra pueda trabajar en el taller.
-Ahora están a pie de calle, es un paso de gigante.
-Además esta tienda nos permite dar visibilidad a la labor que se realiza en Padre Rubinos. Porque hay mucho más trabajo del que la gente ve. Aún quedan muchos que no conocen lo que estamos haciendo, y esa falta de difusión queremos remediarla para que todo el que lo necesite tenga la oportunidad de formarse con nosotros y así generar oportunidades de inserción. Han pasado un montón de vecinos a preguntar cómo funciona esto. Nos sentimos muy cómodos en el barrio, creo que es la zona idónea para un establecimiento de estas características.
-Sus delantales y manteles han tenido especial aceptación entre la hostelería local.
-Cuando viene un cocinero profesional a preguntar por nuestros mandiles es un subidón de autoestima enorme. Ya hay varios restaurantes que cuentan con nuestros productos, establecimientos de primera, como Árbore da Veira, Attica 21, Pepa a Loba, La Granera... ¡Hasta estuvimos en el Fórum Gastronómico!
-¿Se imaginaba cuando empezaron que acabarían diseñando prendas para grandes chefs?
-Jamás hubiera soñado con llegar a hacer lo que estamos haciendo, pero lo que no vamos a hacer es ponernos límites. Por el momento son prendas muy sencillas, aunque cada vez van adquiriendo mayor complejidad. El aprendizaje es progresivo y constante, y si llegamos a hacer vestidos de novia, pues mejor. La ilusión la tenemos.
-Van a terminar convirtiéndose en la «boutique» de moda.
-¡Eso sería estupendo! Al fin y al cabo son piezas diferentes, exclusivas, porque no hay dos iguales, ya que la materia prima es la que es, aquí no se fabrica en serie. Pero, sobre todo, cada prenda que sale del taller tiene un mensaje de carácter medioambiental, de valores de consumo responsable y, sobre todo, un mensaje social de apuesta por la inserción y apoyo a personas que solo necesitan una oportunidad para demostrar lo que llevan dentro. Detrás de cada uno de nuestros artículos hay una historia de superación personal.
«Lo aprovechamos todo, con el bolsillo de un pantalón hacemos un monedero»
El taller textil de Padre Rubinos que coordina Esther Patricio tiene como última meta la inserción de personas en riesgo de exclusión social.
-¿Se ha incorporado algún usuario del taller al mercado laboral?
-Sí, aunque no todos fueron en el sector textil. Esto es un paso, no una meta. La formación es la vía de capacitarlos socialmente, es un entrenamiento para que después puedan incorporarse al mercado laboral, ya que no solo aprenden a coser, sino que aprenden a trabajar en equipo, a enfrentarse a problemas que puedan surgir, hábitos de vida saludables...
-¿Solo participan en el taller usuarios del albergue o está abierto a otras personas?
-En la última formación sí que contamos con algún participante que reside en otro centro. El resto son usuarios del albergue, algunos residen de modo independiente pero acuden al centro para comer, recoger ropa o solo para asistir al taller. Hay perfiles muy diferentes. El grupo para el próximo ciclo formativo lo tenemos casi cerrado. Pero si todo va bien y hay demanda seguiremos haciéndolo y abriéndolo cada vez más a todo el que pueda estar interesado y que esté en riesgo de exclusión social.
-¿Qué tal van las donaciones de ropa?
-Por el momento, de maravilla. La gente se está portando, es muy solidaria.
-Hay quien no se atreve a echar en el contenedor blanco determinadas prendas porque están muy deterioradas.
-¡No importa! Que lo traigan, que lo aprovechamos todo. Con el bolsillo de un pantalón hacemos un monedero y con unas servilletas, mochilas. La materia prima es fundamental para seguir trabajando.