¿Tú subiste a la torre de Hércules?

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

06 abr 2017 . Actualizado a las 19:05 h.

No hay como salir de casa para ver tu ciudad con otros ojos, con los ojos del turista que repara en todos aquellos rincones que en el día a día nos pasan desapercibidos porque no les damos importancia. ¿Quién se para a mirar y remirar Riazor? ¿Quién pone los ojos atentos en las maravillosas fachadas de las casas que rodean la plaza de Lugo? ¿Quién se gira para desde lo alto del Parrote echar un vistazo a la Marina? ¿Quién se da un paseo detenido por la Ciudad Vieja? ¿Y quién? ¿Quién de todos nosotros ha subido a la torre de Hércules? No me refiero a dar un paseo a los alrededores, sino subir los 235 escalones para disfrutar de sus vistas. Hay personas -más de las que pensamos- en nuestra ciudad que jamás se han acercado a sus pies y que jamás se han decidido a entrar en nuestro monumento emblemático, con la excusa natural de que se ve bien desde abajo.

Torre de Hércules
Torre de Hércules PACO RODRÍGUEZ

Parece extraño, pero somos así de peculiares y todo lo que hacemos en cualquier otra ciudad cuando viajamos lo ignoramos en nuestra propia casa, así que nos perdemos con más frecuencia de lo que creemos en nuestro interior. Nunca se nos ocurriría ir de visita a Santiago y no pisar la catedral, hacemos largas colas en los sitios más turísticos para saborear la postal desde lo más alto: en el elevador de Santa Justa en Lisboa, en la torre Eiffel, en el Empire State, en la torre de Pisa, en el One Trade Center… Todo nos parece poco cuando salimos de casa, pero no solemos detenernos en la nuestra con esa ansia de querer descubrirlo todo, tal vez por la idea simple de que mañana podremos hacerlo. Y mañana por hoy y hoy por mañana seguimos encaminados en el mismo recorrido rutinario sin ponernos atención a nosotros mismos. Habrá quien piense que es difícil vivir en Coruña y no haber subido jamás a la torre, pero hace dos años hicimos la prueba en un reportaje de YES en este periódico y nos sorprendió la cantidad de gente que habiendo nacido aquí no había sentido la curiosidad de ver cómo era la torre de cerca. Claro que el testimonio más singular lo puso otro coruñés que confesó que no solo no había subido a la torre jamás sino que nunca en su vida había estirado la toalla en la playa de Riazor. Y eso abre otro debate más amplio porque esto de las playas nos lleva a otras exquisiteces, que aquí el que no tiene un rincón playero con su nombre no es nadie. Pero gustos costeros aparte, la pregunta concreta es si se puede vivir aquí, nacer aquí y no haber pisado la playa de Riazor. Y esta cuestión no se planea con un sentido inquisitorial, sino con la mayor inocencia: ¿hay muchos coruñeses que no han ido jamás a Riazor? En espera de la respuesta, creo que voy a coger los tiques para llevar a mis hijos cuanto antes a ver la torre.