Las promesas se cumplen

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Alex López-Benito

Bate registros históricos con apenas 15 años y apunta al Europeo, los Nacionales, los Juegos de la Juventud y la Blume

14 abr 2017 . Actualizado a las 20:09 h.

Es la confirmación de la promesa más firme de la halterofilia española. Irene Blanco Tarela (A Coruña, 2002) sale al paso de su propio futuro con actuaciones firmes como la que viene de hacer en el Mundial sub-17 de Tailandia, en el que fue undécima en arrancada, 13.ª en dos tiempos y 12.ª en total olímpico. Además, batió en su categoría (más de 75 kilos de peso corporal) el récord de Europa en arrancada dejándolo en 82 kilos. Es la primera deportista española que bate una plusmarca continental en la historia de la halterofilia.

Su irrupción en la competición de alto nivel se produjo cuando apenas tenía catorce años de edad y una experiencia de dieciocho meses. Hoy, su evolución continúa siendo exponencial, tal como confirma su entrenador en el Club Halterofilia Coruña, Ferenc Szabo: «Es muy joven y le queda mucho para llegar a la categoría absoluta, pero sigo pensando lo mismo que entonces: no he visto nunca una evolución tan importante en tan poco tiempo».

En el horizonte espera la figura de la mejor halterófila gallega de todos los tiempos, la también coruñesa Irene Martínez. Szabo insiste en este punto acerca de la edad de Blanco Tarela. «Su evolución es vertiginosa, un récord de Europa es un récord de Europa y seguro que logrará medallas a nivel internacional, pero aún es muy joven. Aunque va por el buen camino, todavía le queda mucho por recorrer», advierte.

Precisamente, la edad de Irene Blanco es una de las claves en la pauta de entrenamiento y proyecto de futuro. Estabilizar los automatismos técnicos requiere correcciones constantes. Ferenc aporta dos ejemplos: «Detectamos que en la ejecución de arrancada erraba en la posición de salida, con los pies demasiado juntos. También en las fases finales del segundo tirón, el talón derecho se despega antes que el izquierdo. Con los kilos que levanta ahora no tiene importancia, pero al más alto nivel futuro, cada detalle cuenta. Lo importante es que ella lo asimila, lo entiende y lo aplica». «Seguro que ella podría levantar más peso con una técnica no adecuada, pero se estancaría en un futuro. Prefiero retroceder en la marca ahora y que tenga una técnica que le permita evolucionar y llegar lejos en los quince años de carrera que tiene por delante», argumenta.

Gestionar el ímpetu de Irene a estas alturas es también tarea obligada. «Ella pide cada vez más y quiere aprovechar todas las competiciones, pero sabemos que hay muchos años de competiciones por delante», explica.

Las más inmediatas son el Nacional júnior (dentro de cuatro semanas), el Nacional absoluto (el 10 de junio en A Coruña, en el que aspira a ser la primera halterófila que se suba al podio absoluto a la edad de quince años), el Nacional sub-17 de julio y el sub-15 de noviembre (ambos con el oro como objetivo) y el Europeo sub-15 de septiembre en Kosovo.

Además, en verano sabrá si el Consejo Superior de Deportes acepta la solicitud de Irene Blanco para acceder al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, la residencia Blume.

«No me agobio con la alta exigencia; si quiero llegar, tengo que trabajar»

Irene Blanco acepta el reto de la competición de alto nivel. Su entrenador aprecia en ella una mayor concentración en los momentos importantes de los grandes campeonatos. La deportista lo corrobora. «En mi primer Mundial salí más concentrada que nunca, con confianza pero no confiada, sabiendo siempre que lo iba a hacer, muy segura de mí misma. Siempre tuve buenas sensaciones», relata. Achacó a la humedad del aire su descontento en el dos tiempos, pero dice no haberse obsesionado.

Cerrado el capítulo tailandés, Irene Blanco apunta a los Juegos de la Juventud del próximo año en Buenos Aires, patria chica de su madre, Isabel. «Sería más que un sueño. Y si mejoro las marcas podré ir. Trabajaré para ello», avanza. «No me agobio con la alta exigencia. Si quiero llegar, tengo que trabajar. Que se note en competición el trabajo que hago en el gimnasio», analiza al tiempo que reconoce: «Me ha costado llegar a esto, pero tengo la cabeza más asentada. Me llegaron muchas cosas de golpe y no sabía afrontarlas. Ahora sí. Hace dos años y medio no tenía motivación, pero mi vida dio un vuelco gracias al deporte. Nunca pensé que la halterofilia me sacaría de donde estaba».

El CAR le ilusiona: «Echaré de menos a mi amiga María, pero si me cogen este año, me haría muy feliz. Aquí no me da tiempo a todo, entrenar y estudiar. Vivo lejos de todo y no podía usar las noches para estudiar porque entonces no podía preparar el Mundial. Eso sí me agobió. Pero en la Blume sería todo mucho más sencillo».