Aventurado viaje en un tren del XIX

ANA F. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

ángel manso

La idea de construir un ferrocarril por la costa a Asturias data de 1886, funciona desde septiembre de 1972 y hoy agoniza

23 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay algo de heroico en emprender viaje de Ferrol a Ribadeo (o en sentido inverso) en el 2017 en un ferrocarril cuyo primer proyecto data de 1886, construido entre 1921 y 1972, cuando se inauguró, tras una inversión de 4.250 millones de pesetas. El antiguo Feve, hoy integrado en ADIF (vías y estaciones) y Renfe Operadora (el servicio), circula por la misma vía de ancho métrico a una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora y con tramos con limitaciones temporales (de 20 o 30) que se alargan sine die. Un servicio que se suma a las deficientes comunicaciones en el norte, con un tren que tarda casi hora y media en unir las ciudades de A Coruña y Ferrol, con tramos en los que la velocidad baja a los 30 kilómetros por hora.

Desde hace meses, el tren de vía estrecha agoniza, con una organización horaria que no atiende las necesidades de transporte de buena parte de los potenciales usuarios de las comarcas de Ferrolterra, Ortegal y A Mariña -para desplazarse por razones de estudio o laborales, a centros hospitalarios o administrativos, o por turismo-; falta de mantenimiento y escasez de personal, que derivan en frecuentes averías, retrasos y supresiones; y ausencia absoluta de promoción, como lleva tiempo denunciando la Plataforma pola Defensa do Ferrocarril de Ferrol-Ribadeo.

La hazaña de Andrés

«Sigo indo en tren aínda que sexa unha aventura», reconoce Andrés Díaz, un joven viveirense que estudia Ingeniería Industrial en el campus de Esteiro. El ferrocarril constituye la mejor alternativa para desplazarse los domingos de Viveiro a Ferrol y retornar el viernes. «Cóllelo cando é posible, porque case sempre pasa algo, atrásase un montón e para a xente que ten que enlazar co bus da Coruña é un problema grande. Un día deixoume tirado no apeadoiro de Viveiro, porque puxeron un bus e no pasou por alí, e tívome que levar meu pai o luns pola mañá», recuerda.

Aun así, la opción del autocar «é peor, porque só hai unha viaxe pola mañá e outra á noite». Varios estudiantes han optado por el coche. «Pero a min, se me sacan o tren déixanme vendido - admite-; aínda cos horarios que ten estaría perfecto, se funcionara ben, porque tes catro saídas».

La plataforma ha presentado una propuesta de servicios y horarios adaptados a la demanda mayoritaria en la zona, de acuerdo con los datos que manejan. Plantea que el tren que sale de San Sadurniño a las 7.15 horas parta de Ortigueira a las 6.00; el que arranca a las 7.22 de Cerdido lo haga a las 6.12 de Viveiro (donde habría pernoctado); recuperar el horario anterior a noviembre del 2014, a las 13.45 desde Ferrol (ahora opera a las 13.00, sin apenas utilidad) con llegada a Ortigueira a las 15.05; crear un nuevo servicio desde la ciudad naval, a las 14.45, con destino a Ortigueira (para permitir la vuelta de los estudiantes a la comarca); y retomar la salida de Ferrol a las 20.20 (hoy es a las 20.00), para recalar en Viveiro a las 22.20 e iniciar viaje al día siguiente a las 6.12.

«Esta proposta de horarios facilita os transbordos coas liñas de transporte en bus aos centros educativos, hospitalarios e comerciais; coas do polígono industrial do Río do Pozo; co bus universitario e co Renfe Ferrol-A Coruña», argumentan. El estudio constata, además, la necesidad de poner en marcha un auténtico cercanías en A Mariña, con ocho nuevos servicios (varios solo en días laborables): salidas de Viveiro a las 7.00, las 13.45 y las 19.12 hacia Ribadeo; y a las 10.50 a Burela; de Ribadeo a las 8.30, las 16.00 y las 20.30 a Viveiro; y de Burela a las 11.30 a Viveiro. El plan de la plataforma prevé el uso de buses lanzadera entre San Sadurniño y la estación, Cariño y el apeadero de Ponte Mera, la estación de Burela y el Hospital da Costa; y dotar de interventor todas las rutas, entre otras medidas.

Sobre la infraestructura, además de reclamar «a limpeza de todo o perímetro da liña» y las obras necesarias para acabar con las limitaciones temporales de velocidad, sugieren construir nuevos apeaderos en As Catedrais, San Miguel de Reinante, Benquerencia y Celeiro. También reivindican un impulso al transporte de mercancías, reducido a «subprodutos do aluminio, de Xove a Euskadi». A la espera de que las Administraciones competentes escuchen, al menos, estas propuestas, Andrés y muchos de sus compañeros se aventuran a viajar en un tren del siglo XIX.

«Perdín a conta dos días que non houbo tren»

María Painceiras, vecina de Moeche, coge el tren cada día, a las 9.30 horas, en el apeadero de Apalla, con destino a Santa Icía, de donde vuelve a salir a las 15.30 (o, en algún caso, a las 19.05) para regresar a casa tras la jornada de trabajo en la cocina de un mesón. «Pero xa perdín a conta dos días que non fun en tren, póñenche un taxi, ou se non, rara vez, un bus. Eu, porque non teño un horario fixo estrito, pero teño chegado a Santa Icía ás once e media, cando o normal son as dez, despois de esperar un montón de tempo polo taxi», relata. Normalmente se guía por la información del código QR del apeadero (que lee desde el móvil), con datos precisos sobre el tiempo que falta para la llegada del siguiente tren, pero algún día «non estaba actualizado, e onde poñía que faltaba un minuto foi unha hora». María coincide pocas veces con el revisor. «Sempre collía o bono mensual, pero quédaseche cara de tonta ao ver que quen vai un día ou dous non paga nunca, porque non hai quen lle cobre, e os demais pagamos sempre, e optei por coller o bono de dez viaxes, e dous danme para o mes enteiro, indo e vindo case todos os días, porque ninguén o controla», cuenta. Antes, recalca, «funcionaba de marabilla, era moi puntual, e moita xente de Moeche puido estudar en Ferrol grazas ao tren». Y ahora teme que tanto desbarajuste responda a un único propósito, «desfacelo». «Falta unha planificación pensada para a xente, só pensan na economía; somos números e cartos», critica.