«Morirá alguien si no nos ayudan»

Emiliano MOuzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Los dos afectados por el incendio solicitan al Ayuntamiento «que cumpla su palabra» y los reubique»

26 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Es como si no fuésemos coruñeses», dijo María Eugenia Marafona dos Santos, horas después de que las llamas arrasarán su chabola de madera donde vivía con su hija de 26 años, «asmática», ubicada en la antigua conservera Celta. «Nadie nos hace caso», subrayó la mujer sentada en una maltrecha silla, llorosa y muy cansada, porque llevaba toda la noche sin dormir.

«Morirá alguien si no nos ayudan, ni el PSOE, ni el PP, ni la Marea atienden nuestras necesidades», contó Antonio dos Santos Bergue Pavón, titular de dos infraviviendas que el incendio que se inició a la 1.30 horas de ayer arrasó. Fueron las víctimas de un voraz fuego que en la madrugada del martes les dejó solamente con lo puesto.

La suerte quiso que no hubiese daños personales. Antonio no se encontraba en el interior de su chabola cuando por causas que se desconocen se inició el incendio. «Estaba en el camión de mi hermano -un vehículo que hace de vivienda-, hablábamos y no nos enterábamos de nada», comentó.

Pero los dos hombres escucharon los gritos de María Eugenia, que tras despertarse y ver las llamas pedía auxilio. «Estaba durmiendo, al igual que mi hija, y escuché un ruido y la llamé, pero me dijo que me calmase». La joven de 26 años notó el olor a humo y ahí se dio cuenta de que algo no iba bien.

María Eugenia salió al exterior de su casa, construida en madera y con techo de planchas de acero. «Ya vi el fuego en la casa de mi primo Antonio. Como si fuese un rayo alcanzó nuestra chabola. Mi hija y yo salimos con lo puesto, en pijama. Nos quedamos sin nada», dijo. A Antonio dos Santos tampoco le queda nada: «Solo tengo la ropa que llevo puesta, ni tengo documentación», contó.

Llamada a Emergencias

Lo primero que hicieron fue llamar a los bomberos, que llegaron a la zona de forma inmediata, al igual que varias patrullas de la Policía Local y ambulancias del 061. Mientras los vecinos intentaban sofocar las llamas «con cuatro mangueras que tenemos, pero el humo era tan negro y tan espeso que nos asfixiaba», narró Antonio.

La unidad contraincendios llegó a la zona y su primera actuación fue revisar las chabolas afectadas para descartar que hubiese alguien en su interior y extendió una línea de seguridad para que las llamas no alcanzasen a otras infraviviendas. Luego el trabajo consistió en sofocar el fuego, una labor que se alargó por espacio de casi cinco horas.

Tanto Antonio, que cobra una ayuda de 300 euros, como María Eugenia que sobrevive, junto con su hija «de la mendicidad», están cansados «de las promesas del Ayuntamiento y de la Xunta». Aseguran, junto con los demás residentes en el poblado de la conservera, «que los políticos solo hablan bonito, pero hacer no hacen nada».

Cerca de 500 personas viven en infraviviendas y 152 son niños

El Plan de acceso ao hábitat digno que ordenó acometer el gobierno local cuando asumió el poder repasa de manera minuciosa el estado de los tres núcleos chabolistas que aún quedan en la ciudad. El proyecto, que preveía empezar el año pasado los trabajos para los primeros realojos, recoge que en la ciudad viven en malas condiciones un total de 129 familias o unidades de convivencia. El Ayuntamiento cuenta con sacar de esos lugares entre 20 y 30 al año. Durante el primer ejercicio con el proyecto en vigor no ha habido ningún realojo en A Coruña. Los habitantes de A Pasaxe, donde es mayor la urgencia por las pésimas condiciones de higiene, salubridad y habitabilidad, confirman que de allí no se ha movido nadie a ninguna vivienda aportada por el consistorio.

El propio gobierno local reconocía que la desaparición completa del chabolismo en A Coruña sería cosa de años. Así plasma el Plan de acceso ao hábitat digno sus objetivos para cambiar la situación de los tres asentamientos precarios de la ciudad, entre los que destaca, por las malas condiciones de vida, el de A Pasaxe. «Faise unha estimación de entre 20 e 30 familias coas que sería posible traballar cada ano para a consecución dunha alternativa habitacional, e polo tanto causar baixa no plan, considerando que se poda comezar a traballar no ano 2016, estaríase a falar entón de entre tres e seis anos de duración mínima do plan».

El plan del consistorio también incluía acciones paralelas a la búsqueda de viviendas para esos colectivos, como itinerarios de formación personalizados para la búsqueda de empleo y otras actuaciones encaminadas a mejorar la inclusión social, con propuestas laborales adaptadas a las características de cada persona. Sin embargo, en el entorno de la conservera Celta confirman que allí nadie está participando en ningún programa especial y que las pocas ayudas que hay son las mismas que se ofrecían con anteriores gobiernos.

Según los cómputos municipales, en los tres asentamientos que quedan en la ciudad viven 152 menores. Tanto O Portiño como As Rañas cuentan con viviendas que no reúnen las condiciones mínimas. Con todo, están en mucho mejor estado que las de A Pasaxe. Solo ahí se calcula que viven unos 38 menores. En total, en la ciudad residen hoy medio millar de personas en chabolas o infraviviendas.

«La cocina estaba apagada, no sé si dejé alguna de las bombillas encendidas»

El incendio se originó a la 1.30 horas de la madrugada del martes. Y nadie sabe qué fue lo que pudo ocurrir para que la chabola donde vivía Antonio dos Santos comenzase a arder: «Tenía todo apagado, o eso creo yo. Por lo menos la cocina no estaba encendida, pero no me acuerdo si dejé alguna de las bombillas encendidas», explicó el afectado.

Su prima Isabel no hizo más en toda la mañana de ayer que «alabar a Dios por la suerte que tuvo. Mi primo está muy delicado y casi no puede andar. Si no llega a estar en el camión ahora estaría muerto», comentó.

Juan, otro chabolista, intentó buscar el motivo del incendio en la chabola de Antonio: «Hay muchos vecinos que utilizan los contenedores de plástico para quemar manguera de cobre y después no apagan bien la hoguera. Quizás una chispa saltó y prendió en la madera de la casa». Subrayó que en el poblado «hay mucha gente descuidada, que acumula aceites, restos de motores que están desguazando en la proximidad de las viviendas y eso es un peligro. El Ayuntamiento nos tiene que ayudar, pero nosotros también tenemos que hacer las cosas bien», manifestó.

Desidia y abandono

Mientras, el titular de un negocio anexo a las chabolas se quejó «de la desidia de las autoridades» con respecto a este poblado chabolista. «Esto es una auténtica bomba de relojería. El problema no radica solo en la basura, entre ella, materiales altamente combustibles, sino también de la situación de abandono del entorno de esta zona, que está completamente rodeada de hierba, tojos y todo tipo de maleza», puntualizó.