Veinticinco años del lado de los perdedores

Javier Becerra
Javier Becerra A CORUÑA

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PEPE DORÉ CON EL ESCENARIO DEL GARUFA CLUB AL FONDO
PEPE DORÉ CON EL ESCENARIO DEL GARUFA CLUB AL FONDO CESAR QUIAN

El Garufa, el local que apoyó la salsa, el flamenco, los boleros o los cantautores en la ciudad cumple este mes un cuarto de siglo

02 may 2017 . Actualizado a las 11:20 h.

Sin el Garufa la música en A Coruña sería más uniforme, menos rica y más de piñón fijo. Abrieron en 1992 en la calle Tinajas, en lo que era el pub El Apartamento. Luego, lo ampliaron con el local de lo que había sido el Café Cataratas, «un lugar obligado para la mala vida», se ríe José Vázquez. Con ese nombre no lo conoce casi nadie. Sin embargo, como Pepe Doré lo reconoce toda la ciudad musical.

En aquellos primeros noventa Pepe tocaba con Gastón Rodríguez y Marcos Meléndrez en los legendarios Los Doré. «Marcos montó un local para ser una referencia y, al tiempo, poder tener un lugar en el que ensayar y tocar», recuerda Pepe. A los pocos meses se puso tras la barra también.

LOS DORÉ EN UNA ACTUACIÓN EN 1996
LOS DORÉ EN UNA ACTUACIÓN EN 1996

Esa aventura, heredera de la filosofía del Patacón del Orzán, se convirtió en un reducto de melómanos. Terminaron siendo casi familia. Ahí se escuchaba música, mucha y muy variada. Además, con cierto halo de hacer justicia, dedicándole espacio al flamenco, la World Music y las múltiples caras de la música latina. «Sí, siempre nos ha gustado la periferia, con los perdedores siempre», se ríe.

El espíritu sigue. He ahí las bandas cubanas El Son de Camagüey y Son al Son. «Siempre aposté por la música cubana y la salsa», señala. «Siempre consideré que estaba muy maltratada en España. En Europa no, incluso entra en los festivales de jazz. Pero aquí se vio como algo hortera». Ojo, que ambas formaciones tienen un éxito tremendo en sus pases mensuales. «Es que se intenta ignorar algo que tiene mucho más fundamento de lo que se quiere ver», reflexiona el hostelero.

Por el escenario del viejo Garufa pasaron en los noventa artistas como Javier Ruibal, Jose Soto el Sorderita o Pedro Guerra, con gente quedándose fuera. También actuaron allí Pau Riba o unos entonces desconocidos Love of Lesbian. «No hubo más de 20 personas», comenta Pepe.

ROCKERS GO TO HELL EN EL 2008
ROCKERS GO TO HELL EN EL 2008 . diego villar

En la mente de todos están los artistas residentes del Garufa. Desde Tom Trovador a los Rockers Go To Hell, pasando por la Garufa Blue Devils Big Band, que ahora toca de manera mensual («un lujo tenerlos», dice) en el nuevo local de la calle Riazor, en funcionamiento desde el 2014.

Ahí el escenario ha acogido a Elliott Murphy, Los Chunguitos o James Armstrong. Se preserva el viejo encanto. Uno entra y no sabe qué música va a sonar. Igual reciben con reggae que envuelven con jazz o agitan a golpe de cumbia. «Hay que ser abierto. No hay que dejarse uniformar», resume Pepe. La agenda de este mes (Albert Plá, Sumrrá, The Limboos, O Sonoro Maxín o Depedro) demuestra que sus palabras se refrendan con hechos.