La Justicia sancionó en un año a ocho menores por agredir a sus padres

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

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Hubo el mismo número de niños que de niñas castigados por violencia familiar

15 jun 2017 . Actualizado a las 07:05 h.

Ocho niños coruñeses recibieron en este último año alguna medida disciplinar por agredir a sus padres. Pero «tendrían que haber sido muchísimos más», precisa el psicólogo clínico José Antonio García. Porque son minoría los adultos que dan el paso de denunciar a sus hijos y los que lo hacen es porque la situación llegó al límite. El de la vía penal es el último paso que suelen dar las familias y lo hacen ya casi sin aliento, cuando sus bienes o su propia vida corren peligro, y rotas después de deambular durante meses y posiblemente años buscando una salida. Son estos casos extremos los que se hacen visibles, pero otros tantos, imposibles de cuantificar, permanecen en secreto tras la puerta del domicilio. Es en el interior de él donde estalla con toda su crudeza el conflicto, «pero también donde se pueden encontrar las causas pero, sobre todo, una solución», afirma José Antonio García.

¿Qué castigos se les impone a los menores que han cometido algún tipo de maltrato dentro del ámbito familiar? Existen varias medidas judiciales. Cuando un crío o una cría aparecen por el Juzgado de Menores imputados por violencia doméstica, se inicia un rígido protocolo de actuación. Mucho antes del juicio, si el equipo técnico del Juzgado ?formado por psicólogos y educadores sociales? lo aconseja, a los adolescentes les aplican medidas cautelares de diverso tipo para proteger a los padres, como la separación del domicilio familiar, el internamiento, la convivencia en un grupo educativo o la libertad vigilada.

Tras la vista oral, esas medidas se amplían en el tiempo o se detienen si el Juzgado entiende que es posible de nuevo la convivencia entre padres e hijos. Una de las medidas (los términos pena o condena no se utilizan en la jurisdicción de Menores) es la libertad vigilada con cesión de la tutela a la Xunta, que envía al menor a un centro de protección. Eso va aparejado con la prohibición de aproximarse a sus padres.

Medidas

En los juzgados aseguran que la convivencia en el centro educativo «da buenos resultados». En alguna ocasión, el juez intenta combinar esta medida con la acogida en familia. Se habla con los tíos o con los abuelos, así como con el menor, para tratar de que vivan juntos una temporada lejos de sus padres. La medida, casi siempre, funciona.

La mayor parte de los adolescentes que pasan por el juzgado de menores son varones, más del 80 %. Ya sea por agresiones, daños al mobiliario urbano, pintadas, hurtos, robos... Pero en los casos de violencia familiar, la balanza entre chicos y chicas se iguala.

«No hay una etiqueta diagnóstica que se adecúe exactamente al fenómeno. Estos menores no tienen una patología definida. La mayoría suele tener un trastorno negativista desafiante y algunos estudios dicen que pueden sufrir un trastorno disocial o de hiperactividad, pero también es verdad que, al menos un 50 % de esos chavales, no tienen ningún tipo de diagnóstico», explica la psicóloga María González.

Esta profesional asegura que «hay menores que desde pequeños han sido problemáticos pero otros tienen un inicio marcado de una conducta violenta en la adolescencia; si bien es cierto que las agresiones físicas no surgen de repente, van antecedidas de un conflicto verbal o psicológico. Si dejamos que la violencia suba de escalones más difícil será que se bajen luego».

Los jueces apuestan por la libertad vigilada como método de reinserción

En los procesos relacionados con menores las medidas que pide la Fiscalía están respaldadas por un equipo técnico del juzgado de menores que colabora con el fiscal en la investigación de los hechos. Este grupo está formado por psicólogos, trabajadores sociales y otros especialistas. Lo que hace es elaborar una propuesta orientativa, producto de un profundo análisis de las condiciones que rodean a la realidad familiar y social del menor, además de aquellos que pueda ayudarle. «El informe es orientativo y no vinculante, pero la Fiscalía

y el Juzgado suelen tener muy en cuenta lo que dice el equipo técnico», explican fuentes del ministerio público.

Entrevista

Además, añaden fuentes del departamento de Menores de la Xunta, «una vez que el juez ha dictado sentencia aquí les hacemos una entrevista para determinar qué programas concretos de apoyo son los más adecuados para su reinserción».

En Galicia, la medida impuesta a los menores condenados más utilizada es la libertad vigilada. Le sigue el internamiento en establecimiento de régimen semiabierto y lego, por asuntos leves, se imponen prestaciones en beneficio de la comunidad.

El hombre detenido el lunes por pegar a su hijo fue puesto en libertad

El hombre que la policía local detuvo este pasado lunes por agredir a su hijo en la calle fue puesto en libertad a última hora del martes después de declarar ante el juez. El arrestado explicó la situación que vive su familia desde hace años, sufriendo malos tratos por parte de su hijo de 13 años, interno en un centro de Santiago especializado en menores con trastornos de conducta.

Declaró que el origen de todo fue precisamente la fuga del menor de ese centro. El padre, al verlo frente a casa, le llamó la atención y recibió golpes por parte de su hijo. Aseguró que actuó en legítima defensa. Su esposa precisó que su hijo apenas estuvo unas horas en el Materno y fue dado de alta sin herida alguna, mientras que su marido tiene algún traumatismo.