«Pardo Bazán es fascinante para comprender el siglo XIX»

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Alvaro Ballesteros

Tras la de Isabel II, prepara una biografía de la escritora

01 mar 2015 . Actualizado a las 10:49 h.

Isabel Burdiel, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, estuvo estos días en Galicia para hablar de la importancia de que los historiadores lean novelas, invitada por el Consello da  Cultura Galega. Tras diez años trabajando en la biografía de Isabel II, que le valió el Premio Nacional de Historia en el 2011, ahora lleva uno preparando la de Emilia Pardo Bazán, una mujer que le parece «compleja y fascinante» para entender el siglo XIX y el XX español.

-¿Por qué los historiadores deben leer novelas?

-Sobre todo para los historiadores del siglo XIX, como yo, es importante leer novela porque forma parte de la manera de percibir el mundo, que está en las novelas del siglo XIX, de cómo debían ser las mujeres, de cómo debían ser los hombres, cómo la política... Todo eso está en las novelas del siglo XIX y esas novelas construyen más las percepciones y los sentimientos que los textos políticos. ¿Quién leía textos políticos? Pocos. Pero mucha gente leía a Balzac, Zola, en España a Pardo Bazán? Las novelas te permiten acceder a otra dimensión de la historia que otras fuentes más convencionales no aportan. Más allá de que los historiadores aprendamos a escribir mejor para intentar que nos lean, porque nuestra obligación no es solamente discutir con los colegas, sino que a la gente le interese la historia, lo importante es acceder a una parte de la realidad histórica a la que no se accede a través del diario de sesiones.

-¿Por qué no hay historiadores españoles, ahora sí, pero no antes?

-La importancia del hispanismo en la renovación de la historiografía española se entiende por la dictadura franquista: que aquí no se pudiese hacer cierto tipo de historia, que hubiera que callar cosas, que no se pudiera acceder a las fuentes.... Hoy por hoy, en cambio, hay historiadores europeos que estudian la historia de España pero ya no son hispanistas, con esa mezcla de historia, tradición y cultura que hacían los hispanistas. Ahora nos tratamos totalmente de tú a tú.

-En Gran Bretaña los historiadores de las universidades tienen que acudir, por contrato, a debates públicos. 

-Por dos razones, porque la historia es muy importante en Gran Bretaña, no es una asignatura considerada un tema menor -aquí sí, que es optativa en el bachillerato, aunque que debería ser central en la formación de un ciudadano- y  porque aquí a los historiadores nos llaman poco y a algunos, no a todos, les resulta difícil comunicarse fuera de la academia. Incluso a veces está mal visto ser muy mediático.  Deberíamos esforzarnos nosotros más y que nos hicieran más caso, porque muchas de las cosas que están pasando se entenderían mejor.

-De hecho, en 1854, Antonio Cánovas, ¡que tenía 26 años!, hizo el «Manifiesto del Manzanares» tras la Vicalvarada, y en esa época decía que quería formar un partido completamente nuevo, «que no vaya a nada de lo que ha pasado».  Al final, y esto no es «spoiler», crea un partido que absorbe a los moderados. ¿Es, por ejemplo, Albert Rivera un nuevo Cánovas?

-La comparación trashistóricas son peligrosas, pero lo que sí que podemos es entender qué significó el liberalismo, qué le debemos a los liberales, cómo se agota un sistema político y por qué se agota. Cómo se crea la propia idea de corrupción, porque en el Antiguo Régimen el término no tenía sentido porque corrupción y política estaban totalmente imbricados. Es con los liberales cuando se empieza a hablar de corrupción porque se habla de una política que esté al margen de los negocios por primera vez. El primer gran escándalo de corrupción que se lleva a las cortes es el proceso a la reina María Cristina. La historia nos permite entender las posibilidades que nos ha llevado al presente, pero hacer comparaciones entre personas es difícil, aunque a nivel pedagógico son útiles; yo las uso en clase, no las escribiría, pero sí las uso.

-¿Felipe VI es el primer monarca totalmente e íntimamente democrático, más allá de sus intereses?

-Yo no puedo hablar por el corazón de Felipe VI, pero sí es el primer monarca español que llega al trono por un mecanismo plenamente democrático. Su padre llega al trono inicialmente con una transición de la dictadura aunque después se ganó el pedigrí democrático, y yo creo que bien. Él tuvo poder, pero después consiguió la legitimidad.

 -Pero de alguna manera el rey Juan Carlos se hizo demócrata por«interés», algo lógico teniendo en cuenta la época en que nació y cómo se crio: aun no estaba completamente claro esa parte de servicio y de ser un funcionario, un altísimo funcionario.

-El rey fue suficientemente inteligente para saber cuál era su interés y que coincidiera con el de la ciudadanía, a diferencia de otros borbones, que no tuvieron esa inteligencia, y yo creo, en el poquísimo contacto personal que he tenido con Felipe VI, que tiene conciencia de ser un alto funcionario, de la única institución, no hay que olvidar, no partidista de este país.

«Felipe VI tiene conciencia de ser un alto funcionario, de la única institución, no hay que olvidar, no partidista de este país»Isabel Burdiel

-Espartero tenía buenas intenciones pero no resultó un líder a la altura de lo que se esperaba. ¿Qué vale más, un líder que tenga buenas intenciones o uno que, aunque tenga intereses espurios, como la vanidad, sea un buen líder?

-Depende de qué entendamos por buen líder. Creo que hay que combinar una capacidad de entender el presente y percibir las tendencias del futuro. Y después las cualidades que Max Webber enumeró, como el carisma. Y hay que tener claro que el carisma es algo social, no es lo mismo en el siglo XIX que en el XXI porque tiene que ver con un diálogo con la gente, con cuáles son los valores de la ciudadanía.  

-¿Era Adolfo Suárez un buen líder?

-Fue capaz de entender el momento en que estaba y qué era lo que se esperaba de él. De ver el bosque más allá de los árboles. Y tanto los árboles como el bosque cambian según los contexto, eso es importante para el historiador. Y por eso somos importantes, porque tentemos sentido del tiempo. 

-Y en este momento, ¿quién es un buen líder?

-Yo me manejo muy mal en el mundo político actual. Necesito la distancia del tiempo, y solo puedo opinar como ciudadana.

-Hace algún tiempo habló de ponerse con una biografía de Pardo Bazán. ¿Cómo va?

-Bueno, llevo un año, y con Isabel II estuve diez. Y me costaría menos estar diez años con Pardo Bazán... de hecho tengo el problema de cómo embridar mi simpatía hacia ella.

«Lo que me interesaría es que alguien hiciera un buen análisis de por qué Galicia, A Coruña. tenía ese tipo de mujeres en el siglo XIX. En otras zonas del Estado no ocurría, y aquí surgieron Pardo Bazán, Juana de Vega, Concepción Arenal...»

-Hacia Isabel II, a pesar de la biografía, nunca la tuvo

-Conseguí intentar ponerme en su lugar, cierta capacidad de empatía, pero no simpatía. En cuanto a Pardo Bazán, es un personaje complejo, interesantísimo, fascinante para comprender el siglo XIX, la construcción de la nación y sus problemas, para comprender el papel del primer feminismo. La autoestima en ella es fundamental. Pardo Bazán no se entiende sin dos aspectos que parecen contradictorios: el progresismo inicial de su padre, que después se vuelve conservador;  y una manera de entender el catolicismo. Esa mezcla explosiva es lo que la hace ser capaz de hacer y decir cosas que en su época no solamente las mujeres no lo hacían, sino tampoco los hombres.

-Hablando de mujeres gallegas,  a Juana de Vega también le dedica espacio cuando fue aya de las princesas durante la Regencia de Espartero

-Una mujer muy interesante. Una liberal puritana, muy puritana... Lo que me interesaría es que alguien hiciera un buen análisis de por qué Galicia, A Coruña. tenía ese tipo de mujeres en el siglo XIX. En otras zonas del Estado no ocurría, y aquí surgieron Pardo Bazán, Juana de Vega, Concepción Arenal...