El CSIC documenta y divulga la red defensiva entre Galicia y Portugal

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

ALBA PÉREZ

Una web localiza y ofrece información de medio centenar de fortificaciones, ocho conjuntos y el contexto histórico que propició este desarrollo defensivo

30 jun 2015 . Actualizado a las 07:41 h.

Durante siglos, gallegos y portugueses se vigilaron mutuamente desde sus respectivas orillas del Miño. La red defensiva en torno a la frontera se tejió con fortalezas, murallas, baterías, torres o atalayas que han sido objeto de estudio de la tesis doctoral de Rebeca Blanco-Rotea, una investigación que está disponible para el público en general a través de la web divulgativa www.fortalezas.es, puesta en marcha por el CSIC.

La web ofrece información de más de 50 fortalezas, ocho conjuntos defensivos y el contexto histórico que propició este desarrollo defensivo, la guerra del siglo XVII que acabaría con la independencia de Portugal. Es un tiempo en el que los cambios en la tecnología militar se traducen en nuevas soluciones arquitectónicas. «La introducción de la pólvora y de las armas de fuego significa que el sistema medieval de muralla y torreón, concebido para ballestas o arcos, necesita avanzar», relata Blanco-Rotea (Vigo, 1973). Los principales cambios serán la adopción de baluartes, con su característica forma en punta de flecha, el descenso en la cota de las fortificaciones y el uso de taludes, que otorgan una posición superior y preeminente a los cañones. Los fuertes se organizarán en una característica planta estrellada, como se aprecia en los abundantes planos reproducidos en la web.

Estas intervenciones, según la especialista, suponen una notable modificación en el paisaje, que, a su vez, con su orografía ha condicionado el emplazamiento y la fisonomía de las construcciones. «El Miño es decisivo en esta configuración. Los complejos defensivos se sitúan cerca de las zonas de paso en barco, y en lugares como Salvaterra se amplían sucesivamente. Río arriba, donde comienza a encajarse, ya no están tan próximos al cauce», explica.

A pesar de levantarse en tiempos de guerra, la red defensiva comparte una homogeneidad arquitectónica independientemente de pertenecer a Galicia o Portugal. Además de que las técnicas y tipologías eran comunes en la Europa de la época, Blanco-Rotea recuerda que «muchas las construían los mismos ingenieros, que se iban pasando de bando». Pero mientras que en Portugal, al emerger del conflicto como nación, las fortificaciones encarnaron la victoria y se elevaron a símbolos patrios, en Galicia «se produjo una especie de desmemoria al finalizar la guerra, y en muchos casos las piedras se reutilizaron para otros fines».

Un desconocimiento que www.fortalezas.es pretende contribuir a paliar como base de información documental y a la vez como herramienta de turismo cultural, ya que cada enclave reseñado en la web está geolocalizado para facilitar su visita. De este modo, se convierte en accesible a todo tipo de público un conocimiento académico especializado. «Toda la investigación fue sustentada con fondos públicos, así que era clave el poder compartir los resultados y ponerlos a disposición de cualquiera con interés en el tema», expone Blanco-Rotea. Su sugerencia para iniciar un viaje es partir de la fortaleza de Valença y continuar por la de Santa Cruz de A Guarda.