Santiago exhibe los grabados del ciclo literario de Dalí

a. s. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

XOÁN A. SOLER

Una muestra reúne en Afundación 72 obras en las que el artista puso imágenes a textos de Cervantes, Rabelais o La Fontaine

12 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Además de vivir con intensidad su carrera como pintor, Salvador Dalí (1904-1989) fue un ávido lector, una afición que acabó por influir decisivamente en su faceta artística. Una muestra de ello se puede ver desde ayer y hasta el próximo 1 de mayo en la sede compostelana de Afundación: la exposición Salvador Dalí, contador de historias, fruto de una colaboración entre la entidad gallega y la Fundación Museo de Artes del Grabado a la Estampa Digital, propone un acercamiento a los llamados ciclos literarios del creador catalán a través de 72 grabados y estampas.

Se trata de su faceta menos conocida, pero no por ello menos importante. Las lecturas de Dalí se tradujeron en un impacto en su iconografía y simbología. «A través de la gran literatura y gracias a sus figuras expresivas explicó como nadie el eterno y atormentado devenir del ser humano», explicaron ayer Jesús María González de Zárate y Gloria Patón, comisarios de la muestra, cuya coordinación corre a cargo de Charo Sanjuán. Para la exposición han tomado como hilo argumental tres grandes autores universales: Cervantes, Rabelais y La Fontaine.

Locura y sueños

Don Quijote. Dalí sentía una especial predilección por el personaje de Cervantes, al que le dedicó diversas series de ilustraciones. No es aventurado suponer que en él veía un reflejo de sí mismo o, al menos de su parte más irracional, la que se sentía atraída por la lectura y fascinada por los sueños, a la vez que vivía un fervoroso amor por una Gala que también podría encarnar a la Dulcinea cervantina. La confusión entre lo real y lo soñado, tan presente en el Quijote, también es una constante en la obra de Dalí.

Sátira y absurdo

Pantagruel. El glotón por antonomasia de la literatura, salido de la pluma de Rabelais, también inspiró al pintor, quien recreó veinticinco de los textos incluidos en Los sueños caprichosos de Pantagruel. Para ello toma como punto de partida las ilustraciones que hizo Desprez en el siglos XVI sobre Pantagruel, quien para Dalí encarna la fantasía, la sátira, el absurdo y lo grotesco de la condición humana, ya que Rabelais se valió de su personaje para ejercer críticas cuyos blancos iban desde reyes a papas. La visión del pintor introduce una dimensión onírica en este mundo.

Virtudes y defectos

Fábulas morales. Dalí dejó constancia en el diario que escribió entre 1952 y 1964 de sus lecturas de las Fábulas de Jean de La Fontaine: el 1 de junio de 1953 incluso se describió a sí mismo como el héroe de una de ellas (aunque en realidad su autor era Esopo). El artista dedicó a estos relatos morales doce grabados, que ahora testimonian su extraordinaria habilidad para el dibujo. Al igual que los fabulistas se valían de animales para transmitir su mensaje, Dalí crea un mundo irreal en el que él también moraliza sobre las virtudes y defectos de la condición humana, y lo hace asimismo tomando como personajes los animales, lo que le vale para retratar algunas de sus criaturas más personales, como por ejemplo los elefantes con patas de jirafa.

La muestra se puede visitar de 12.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas, de lunes a domingo. Las visitas guiadas serán todos los jueves a las 19.00 horas, mientras que para escolares se ha diseñado una programación didáctica acorde con cada uno de sus niveles de escolarización.