El historietista que ensanchó los límites del manga con dibujo preciso y emoción

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Con la muerte de Jiro Taniguchi, el mundo del cómic ha perdido uno de sus talentos más singulares

12 feb 2017 . Actualizado a las 10:10 h.

El manga, y el mundo del cómic en general, ha perdido a uno de sus talentos más singulares. Un historietista versátil, con cuarenta años de carrera a sus espaldas, que dominó los géneros más diversos, pero que gracias a la precisión de su dibujo y a la sutileza en el plano de las emociones y los sentimientos ensanchó los límites de la narración en viñetas.

El japonés Jiro Taniguchi, nacido en Tottori en 1947, gozaba de una visibilidad atípica por partida doble: era uno de los mangakas más conocidos en Europa y, a la vez, su obra era leída y respetada por públicos que frecuentaban poco el cómic nipón. De hecho, Taniguchi reconocía su afinidad por pilares de la banda diseñada europea, como Jean Giraud (Moebius). También declaró en La Voz su admiración por el trabajo de Miguelanxo Prado.

Taniguchi retrató en viñetas el espíritu de la aventura (El viajero de la tundra), la epopeya de los escaladores (La cumbre de los dioses) o la historia de su país (La época de Botchan). Pero su capacidad para retratar la complejidad de las relaciones, fueran amorosas (Los años dulces) o familiares (El almanaque de mi padre), le ganaron una amplia base lectora y todo tipo de reconocimientos, desde los premios del festival de Angulema a su nombramiento como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. Plasmó su interés por la gastronomía en El gourmet solitario y por el arte en Los guardianes del Louvre, además de relatar en Un zoo en invierno sus inicios como dibujante de manga, del que ahora ya es un clásico.