El jazz despide la carismática y versátil voz del cantante Al Jarreau

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

LAURENT GILLIERON | EFE

El intérprete falleció ayer a los 76 años, días después de cancelar su gira para este año

13 feb 2017 . Actualizado a las 08:04 h.

El jazz, que tantos vocalistas excepcionales ha regalado a la música, perdió ayer a una de sus voces más carismáticas y versátiles. Al Jarreau se había visto la semana pasada obligado a anunciar su retirada de los escenarios, cancelando los conciertos que aún le quedaban para este año, e ingresar en un hospital. Falleció ayer a los 76 años en su casa de Los Ángeles, acompañado de su familia y amigos, según anunció su representante. El cantante ya había sido ingresado en Francia en estado crítico en el 2010 por complicaciones cardíacas y en el 2012 se le diagnosticó una neumonía, pero se había sobrepuesto a sus problemas de salud y había regresado al escenario y a la actualidad discográfica con grabaciones registradas en directo.

Jarreau gozaba de una popularidad y reconocimiento que se tradujeron en distinciones visibles como los siete premios Grammy que había acumulado en su carrera. Un mérito al que se añade la singularidad de ser el único vocalista galardonado en tres categorías diferentes, jazz, pop y R&B, en su caso. Pudo trabajar y poner su voz al servicio de algunos de los grandes del jazz, como Miles Davis, Chick Corea o George Benson.

Como otros tantos vocalistas excelsos, el primer contacto de Jarreau con la música se dio en la iglesia (su padre era ministro y su madre, pianista) de su Milwaukee natal. Y, como tantos otros, supo adaptar la emoción religiosa del góspel a la sensualidad que exigían el jazz o el soul. Los oficios fueron el escenario en el que se forjó en la canción a la vez que completaba sus estudios de secundaria primero y de psicología más tarde, antes de empezar a desempeñarse como trabajador social en San Francisco a finales de la década de los sesenta. Allí empezó a frecuentar una escena de clubes que amplió progresivamente a Los Ángeles y en 1975 le llegó su gran oportunidad al debutar en disco con We Got By. El éxito fue instantáneo y no dejó de crecer hasta alcanzar en 1981 el que se considera su mayor triunfo comercial, Breakin’ Away, cuya canción titular, además de We’re in These Love Together, escaló las listas.

La década bendijo a Jarreau, que se convirtió en sinónimo del registro vocal amoroso del jazz, adobado con su versatilidad para improvisar dentro de los parámetros del scat. Fue convocado para poner su voz en el benéfico We Are The World. El decenio siguiente, por el contrario, fue un freno, especialmente en directo, y su atractivo comercial perdió la capacidad para apelar al público masivo, aunque se mantuvo como pilar del jazz vocal.

Al inaugurar el nuevo siglo Jarreau recuperó la colaboración de su primer productor, Tommy LiPuma, y juntos facturaron tres álbumes de éxito, Tomorrow Today, All I Got y Accentuate the Positive, este último, candidato a tres premios Grammy.

Un hechizo de «Luz de luna» con Bruce Willis y Cybill Shepherd

En una carrera tan amplia y diversa como la de Jarreau es difícil destacar un tema, pero hay una canción en concreto que ha quedado grabada en la memoria colectiva no solo por su encanto, sino también por razones extramusicales. A mediados de la década de los ochenta Jarreau colaboró con Niles Rodgers, el motor rítmico y compositivo de Chic. De su complicidad emergió un elepé, «L is for Lover», pero también «Moonlighting», la canción que acompañó la serie de detectives protagonizada por Bruce Willis y Cybill Shepherd. Cuando se editó en 1987 como sencillo, entró en las listas de éxitos y ganó dos nominaciones a los premios Grammy. Era la banda sonora perfecta para una serie que sacaba partido a la tensión sexual entre los personajes principales.