El azul del cielo

Eduardo Galán Blanco

CULTURA

CINEH

Nos acordamos de la obra maestra de Rossellini viendo «Bajo la arena», propuesta al Óscar como mejor película de habla no inglesa

17 mar 2017 . Actualizado a las 08:31 h.

Durante años, Alemania, año cero, filmada en 1948, estuvo prohibida en algunos países, España y Portugal, por supuesto, pero también en lugares tan dispares como Alemania, Grecia o Finlandia. Narraba los días de un niño de doce años, rodeado de un nazismo latente -«las ideas no desaparecen con los bombardeos»-, buscándose la vida por las calles de un Berlín derruido. Nos acordamos de la obra maestra de Rossellini viendo Bajo la arena, propuesta al Óscar como mejor película de habla no inglesa, un filme que en Dinamarca ha causado conmoción.

La cinta cuenta la historia de una decena de jóvenes prisioneros de guerra alemanes -de entre 14 y 18 años, los últimos soldados reclutados- que, en las playas del oeste de Dinamarca, son obligados a desmontar miles de minas que pretendían dificultar posibles desembarcos aliados. La acción, real y no demasiado difundida, se pasaba por el forro la Convención de Ginebra.

Todo está expuesto sin sentimentalismo y con un contundente realismo. El duro sargento danés -excelente Roland Møller, un caso de redención en la vida real, reconvertido milagrosamente a actor, tras una vida de delincuencia y cárcel- trata a los adolescentes como a ganado, encerrándolos todas las noches en un barracón de la playa. Hay un momento en que los militares daneses mantienen una conversación sobre la brutalidad de su misión. Pero el deshumanizado capitán -Mikkel Boe Følsgaard, el Christian VII de Un asunto real- les pregunta a sus colegas: «¿Sabéis lo que han hecho esos niños?». El espectador continuará sin conocer los horrores cometidos por los mocosos. Solo podrá ver a unos chavales aterrorizados que desmontan minas a pelo en un escenario de pesadilla -las limpísimas arenas blancas de un falso paraíso- bajo un cielo azul que oculta una inmensa negrura. El trabajo con la luz de la operadora Camilla Hjelm -esposa del director Zandvliet- resulta lacerante e hiperrealista.

Cuando los espectadores occidentales vemos películas de niños soldados en África -las hay magníficas y abrumadoras-, seguramente no tenemos presente la reciente historia europea.