Una muestra dedicada a Olga Picasso desvela en París su tragedia familiar

Fernando iturribarría PARÍS / COLPISA

CULTURA

YOAN VALAT | EFE

Las 600 cartas que guardaba en su baúl vestidor traían dramáticas noticias de Rusia

27 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Abierto de par en par a la curiosidad fetichista. Memoria portátil de una vida, recuerdos ilustrativos de una obra pictórica. Es el baúl vestidor de Olga Khokhlova (1891-1955), la primera esposa de Pablo Picasso. Se presenta en el museo Picasso de París en una monográfica organizada con motivo del centenario del primer encuentro de la pareja. Ese objeto mágico, grabado con sus iniciales, explica el aire triste, melancólico y meditabundo de la modelo predilecta del período clásico picassiano.

El baúl de Olga, único bien personal que conservó tras separarse de Picasso en 1935, guardó durante años los secretos de una íntima tragedia familiar en una de las numerosas habitaciones deshabitadas del castillo normando de Boisgeloup, la antigua morada del matrimonio. Su nieto, Bernard Ruiz-Picasso, cofundador del museo de Málaga y de la fundación española FABA, se ha encargado de explorar su contenido que ahora se desvela en París con motivo de la exposición Olga Picasso. Son cartas en francés y ruso, fotografías antiguas, zapatillas de ballet, tutús, crucifijos, una Biblia ortodoxa y almanaques que dibujan el destino extraordinario de una mujer que dejó a su familia en la Rusia zarista de 1915 sin saber que no la volvería a ver.

Nacida en la actual Ucrania, Olga Khokhlova se enroló en los Ballets Rusos en 1912, conoció a Picasso en febrero de 1917 en Roma y se casaron en una iglesia ortodoxa de París el 12 de julio de 1918. El 4 de febrero de 1921 nació Paul Picasso, hijo único del matrimonio -que permaneció formalmente casado hasta la muerte de Olga en Cannes en 1955-. Pero se habían separado veinte años antes cuando nació Maya, fruto de la relación extraconyugal de Picasso con Marie-Thérèse Walter, la amante a la que conoció en 1927 con solo 17 años.

Revolución bolchevique

Las más de 600 cartas del baúl, la mayoría en ruso, recogen las tristes noticias de sus seres queridos tras la revolución bolchevique de 1917. Oficiales de carrera en las filas del zar, su padre y hermanos perecieron en la guerra contra el Ejército Rojo mientras el resto de la familia sucumbía a la miseria. La trágica correspondencia familiar contrasta con los testimonios de la vida feliz y acomodada de la bailarina en los círculos mundanos y artísticos de la sociedad francesa en los felices años 20.

Se exhiben estampas, muchas inéditas, de los viajes a Barcelona, Londres, Nápoles y Montecarlo, la luna de miel en Biarritz en el palacete de Eugenia Errázuriz, rica chilena de ascendencia vasca, los veranos en la Costa Azul o las escenas hogareñas en el domicilio parisiense de la calle La Boétie, en el edificio contiguo al de Paul Rosenberg, el marchante de Picasso. Entre las fotografías que salen a la luz figura una instantánea de Olga con las bailarinas del ballet ruso en la playa de San Sebastián en 1916.

Más de 350 piezas, entre pinturas, dibujos, grabados, muebles y numerosos archivos escritos y fotográficos, se despliegan en 800 metros cuadrados de espacio expositivo repartido en dos pisos del museo. La selección, primera consagrada exclusivamente a la figura de Olga, refleja la metamorfosis que Picasso operó en su modelo y en su obra a medida de la evolución de su vida conyugal.

De las escenas de maternidad y de felicidad familiar se pasa a la violencia expresiva que traduce la crisis profunda de la pareja. «Esa relación de amor-odio se transparenta en escenas de tauromaquia o de crucifixión aunque es una lectura que se sobrepone a otras, como la influencia de las tensiones políticas en aumento en Europa», apunta Emilia Philippot, comisaria de la muestra y conservadora del museo. El sillón vacío en el que Olga posó para ser retratada en la obra maestra de 1918 clausura fantasmagórico la búsqueda en el baúl de los recuerdos de una memoria común decisiva en la historia del arte.