«Le redoutable» parodia la figura de Godard, tildado de «rata» por Agnès Varda

José Luis Losa CANNES / E. LA VOZ

CULTURA

ANNE-CHRISTINE POUJOULAT | AFP

El filme está basado en la novela de su exmujer, Anne Wiazemsky, donde el cineasta sale perfilado como machista y ridiculizado

22 may 2017 . Actualizado a las 08:09 h.

Al gurú de la nouvelle vague, Jean Luc-Godard, le están sacudiendo en esta 70.ª edición de Cannes más que al títere de Polichinela. Primero fue su coetánea Agnès Vardá, quien en su Visages, Villages lo tilda sin dudar un pelo de sucia rata (sic). Y ayer Godard fue epicentro de Le redoutable, filme basado en la novela de su exmujer, Anne Wiazemsky, donde el cineasta sale perfilado como machista y ridiculizado como patética figura de un radicalismo político que centrifuga su egomanía en el turbión del mayo del 68 francés. Era muy esperada la adaptación por Michel Hazanavicius de este tranche de vie del Godard más airado y fantoche. Seguro que, aún en su alejada montaña, en su reducto misántropo, le retumbarán los oídos ante su caracterización, que Hazanavicius brinda a un notable y ceceante Louis Garrel. Había aquí mucha ira entre parte de los colegas de la secta godardiana, quienes atacaban ferozmente la película pero no se atrevían a desdecir lo que el espejo muestra de su feo icono cinéfilo, porque lo que cuenta Le Redoutable sobre este ser celotípico, endiosado e insufrible ya lo escribió en Un an aprés Anne Wiazewski, a la que Godard hizo supernova maoísta de La Chinoise.

Satírico filme menor

Le Redoutable es un acercamiento, con todo, suavemente caricaturesco al pope de las barricadas y las revoluciones florales, un filme menor pero impecable como divertimento satírico. Esto no es óbice para que algunos godardianos hayan montado la pira para quemar al pobre Hazanavicius, quien no cuenta mentiras y, además, nos alegró una tarde desasosegante en la Croisette, después de que una mochila sospechosa provocase el desalojo del Palais.

El neoyorquino Noah Baumbach ofrece en The Meyerowitz Stories una comedia desigual sobre una dislocada familia de artistas: un Dustin Hoffman escultor; sus hijos, Adam Sandler y Ben Stiller; sus ex mujeres, Emma Thompson y Candice Bergen. Alterna el sobrevalorado Baumbach momentos de humor eficiente y judío con otros de corte más bufo. Está tan lejos de ser Woody Allen como Godard de ganar un premio de popularidad.