Un noruego perdido entre peregrinos

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Jason, uno de los creadores más sorprendentes del cómic europeo, relata su peripecia personal en el Camino de Santiago: «De Galicia recuerdo hórreos, lluvia, bosques...»

28 may 2017 . Actualizado a las 09:51 h.

Cuando John Arne Sæterøy, Jason, cumplió 50 años decidió que tenía que marcar ese paso vital, el medio siglo, de alguna manera. «Oí hablar del Camino, que comienza a unas seis horas en tren desde donde yo vivo, en Montpellier (Francia), y se sumó que yo había empezado a practicar trekking. Pensé que era una buena posibilidad», explica por correo electrónico quien pasa por ser uno de los creadores más personales y reconocibles del cómic europeo contemporáneo. 

El resultado aquella experiencia acaba de llegar a las librerías. Es Un noruego en el Camino de Santiago, editado por Astiberri, el grupo que le dio a conocer en España y con el que lleva ya una decena de trabajos, siempre con la singularidad de convertir a los protagonistas en animales (perros y gatos, para más datos). Este cómic es el primer trabajo autobiográfico de Jason, nacido en Molde (Noruega) en 1965. Y sobre una temática nada explorada por el mundo del cómic, el de las rutas jacobeas. A uno le vienen a la memoria Aventura en el Camino, de Primitivo Marcos, o algún trabajo para el mundo educativo. 

Un tema sin apenas desgaste en el cómic hecho por un tipo que convierte cada página en una intriga, con guiones retorcidos y sorprendentes que obligan siempre a segundas y terceras lecturas. ¿Cómo iba a afrontar este tipo un tema como el Camino de Santiago? El resultado es un trabajo extremadamente personal, con Jason convertido en protagonista (perruno) de la obra, narrando su viaje desde Roncesvalles hasta Fisterra en páginas de cuatro viñetas. El dibujante expone desde el principio sus problemas para socializar con otros peregrinos o inclemencias como el dolor de pies o su falta de previsión con los albergues, la ropa... «No me sentía completamente cómodo haciendo un trabajo autobiográfico, pero me parecía mal crear una historia ficticia sobre el Camino, creo que sería menos auténtico». Este es un libro «sobre caminar el Camino, pero visto a través de mis ojos, con conversaciones con otros caminantes», añade. 

Así lo imaginó

Jason partió sin tener claro si aquella experiencia iba a convertirse en algo de provecho para su trabajo como dibujante. «Me traje un cuaderno de dibujo y un bloc de notas, y fui apuntando desde el primer día. Cuando estaba a medio camino, sabía que esto sería un libro». Hacer el Camino le llevó un mes. «El dibujo -matiza- todo un año. Intenté reflejar en el papel algunas de las cosas que surgieron en mi cabeza».

De aquella experiencia volcada al tebeo, el noruego se trae un puñado de amigos y muchas cosas positivas: «Lo mejor son los lazos que creas con otros caminantes. O cruzar los Pirineos en el primer día. Lo peor, las chinches, pero incluso eso te olvidas», matiza. Entre esos recuerdos, los que le dejó Galicia. «No tenía ninguna imagen en mi mente de Galicia, en absoluto, antes de iniciar la ruta. Creo que sabía que era una parte de España. ¿Las imágenes que vienen a mi mente ahora? El bosque, las capillas de piedra, los hórreos, la lluvia...».

Que nadie espere en este Un noruego en el Camino una guía de viajes ilustrada. Pero sí algunas buenas sugerencias de bares, albergues o consejos para hacer la ruta. «Hay algunos monumentos en el libro, como la Cruz de Ferro, la estatua al Papa a las afueras de Santiago... Y algunos paisajes también, pero simplificados, sin muchos detalles. Quería que el libro tuviera un estilo cartoon, no poner mi personaje sobre algo que parezca una foto». 

El toque surrealista

Por el medio, las particulares vueltas algo surrealistas de Jason, con escenas sorprendentes por inesperadas. Ese sello -por fortuna -no se lo ha perdido en esta obra más personal, una pizca casi surrealista. «Así es como funciona mi mente. Traté de poner en el papel algunas de las cosas que aparecieron en mi cabeza, para traer un poco de humor y también para crear cierta variación a todas las escenas. Para que funcione como una memoria, tienes que poner algo de tu personalidad en el libro, no solo puedes ser un observador lejano». Y ya tiene en mente hacerse otras rutas. ¿Dibujadas también?