Luca d'Andrea: «Cuando me compararon con Stephen King, me di 12 segundos de exaltación»

Enrique Clemente Navarro
enrique clemente MADRID / LA VOZ

CULTURA

Luis Millán | EFE

Ha logrado un sorprendente éxito con una novela en la que la naturaleza «cruel» es protagonista

23 jun 2017 . Actualizado a las 07:55 h.

El éxito le ha llegado de golpe. Solo había escrito una trilogía juvenil, que firmó con sus iniciales, y el guion de la serie documental Mountain Heroes sobre un equipo de rescate alpino. Luca D'Andrea (Bolzano, 1979) dio en el clavo con La sustancia del mal (Alfaguara), que se vendió a más de treinta países antes de su publicación y que será adaptada como serie de televisión por los creadores de Gomorra. La novela está protagonizada por un documentalista estadounidense que se instala con su mujer y su hija en un pequeño pueblo alpino y que se obsesiona por desentrañar el brutal asesinato de tres jóvenes ocurrido 30 años antes. «El libro salió en Italia el 21 de junio del año pasado, una fecha que se ha convertido en otro cumpleaños para mí, porque mi vida cambió muchísimo», afirma. D'Andrea enseñaba italiano, geografía e historia a niños de primaria, pero lo ha dejado -«la decisión más dura que he tomado en mi vida»- y ahora se dedica solo a la escritura.

-¿Le gusta que le llamen el Stephen King italiano?

-La primera vez que leí esa comparación me concedí 12 segundos de exaltación, luego intervino mi parte racional y me dije: él es Stephen King y tú tienes mucho que trabajar para llegar ahí. Creo que King es uno de los máximos exponentes del siglo XX, aunque todavía no lo han aceptado los académicos, pero estoy convencido de que la gran novela americana es It.

-¿Cómo surgió su novela?

-Se conjugaron dos factores. Por una parte, mi experiencia como autor de una serie documental sobre el socorro alpino de mi región, el Alto Adigio. Eso me permitió ver su rutina habitual de una forma diferente, mucho más oscura, más sangrienta. Por otro lado, tenía la imagen de un hombre con su hija, agarrados de la mano. Tuve la extraña idea de que la niña era el ancla del padre, como si este fuera un globo que se va a escapar y ella lo tuviera agarrado para engancharlo a la tierra. Me dije aquí hay una historia, pero, como yo soy yo y mis circunstancias, mi brújula indica un norte muy oscuro y al final se convirtió en un thriller.

-¿Cómo llegó al «thriller» tras escribir una trilogía para jóvenes?

-Fue un proceso natural. Sean narraciones para niños, documentales o thriller, todas son historias. A mí lo que me interesan son los personajes en un punto de ruptura consigo mismos. Y esto puede suceder cuando estás a 2.000 metros, enganchado a una cuerda con otros montañeros, y tienes que decidir si cortarla y dejar morir a tu compañero del extremo inferior o morir los dos. El éxito internacional del libro me ha enseñado que más allá de la cultura o el lenguaje de los personajes hay algo que es común a todos y lo que me interesa es describirlo.

-¿Por qué ha tenido tan éxito?

-Una parte de mí aún se lo pregunta, porque no me puse ahí y dije voy a escribir un best seller y tengo que poner estos ingredientes. Tenía una historia que quería contar, simplemente. Después de cuatro meses de preparación, la escribí en 28 días y me divertí muchísimo. No creo que haya una fórmula para el éxito.

-El escenario, la amenaza de la montaña, se erige protagonista.

-Absolutamente. Hay una tendencia a ver la naturaleza como algo idílico, en plan las montañas de Heidi, y en realidad no es así. Es muy cruel, no admite errores ni excesos de confianza y puede acabar en segundos con el montañero más preparado. Cuando se desata es una fuerza descomunal. Ya lo estamos viendo en Portugal, una tormenta, un rayo, un incendio y, de repente, han muerto 60 personas. Estamos sometidos a la naturaleza, nosotros somos naturaleza, y, para mí, es una protagonista, como todos los demás.

-¿Necesitaba que el protagonista viniera de lejos?

-Debía venir de lo más lejos posible, porque solo así podía mostrar de forma diferente una realidad que para mí es normal. Con los ojos del extranjero.

-En la novela tiene mucho peso la familia del protagonista, algo inhabitual en el «thriller».

-El mayor miedo del ser humano es que le pase algo malo a su familia, aspecto que no aparece en los thriller, pero pensé que era interesante explorar esta idea. Jeremiah Salinger, el protagonista, pone incluso en riesgo a su familia porque está devorado por su obsesión, aunque creo que es buena persona.

«A veces los personajes hacen lo que les da la gana»

Hay dos cosas en Jeremiah Salinger, protagonista de La sustancia del mal, que son autobiográficas: los dos han trabajado en un documental y los dos son obsesivos.

-Yo soy muy obsesivo, por eso trabajo unos meses, lleno cuadernos de esquemas y apuntes para llegar a una especie de guion en el que lo tengo todo. El 99 % de lo que investigo no entra en el libro, pero es importante para darle profundidad. Cuando lo tengo todo ordenado en la cabeza empiezo a escribir y ahí sucede la magia, porque de vez en cuando los personajes hacen lo que les da la gana, dentro de ese esquema, y cuando pasa esto la satisfacción es la mayor que puede tener un escritor. No se rebelan, hacen mejor las cosas que yo he pensado. Son mejores que yo.

-¿Se siente miembro del «spaghetti crime», un movimiento de «thriller» a la italiana?

-Intento alejarme lo más posible de las etiquetas. Creo que en este momento hay un fuerte deseo de narración popular, que toca diversos aspectos de la sociedad o del ser humano y tiene varias capas de comprensión. Cuando empecé a escribir La sustancia del mal quería hacer un libro sobre una obsesión. El thriller era el medio, el coche que me llevaba. No sé si existe el spaghetti crime o no, pero es evidente que en Italia y en Europa hay un nuevo modo de contar la realidad y es muy interesante.

-Más allá de las etiquetas, reivindica la literatura de evasión.

-Hablo de respeto al lector, no creo que yo tenga nada que enseñar a nadie. Hay pocos escritores en los últimos 200 años que puedan hacerlo, Saramago por ejemplo. Creo que la narrativa popular tiene un único objetivo, hacer sentir a las personas menos diferentes entre sí. Porque más allá de las lenguas y de las culturas, los lectores tienen miedo o se ríen de determinadas cosas estén a un lado u otro del océano.

-¿Las series de televisión de calidad son la narrativa del siglo XXI, en lugar de las novelas?

-Creo que son vasos comunicantes, unas se inspiran en las otras. Es como un diálogo que aumenta la calidad de ambas. Breaking Bad o True detective son obras de arte por la profundidad con que describen los conflictos interiores de los seres humanos.