Mario Camus: Mirando a Galicia

Miguel Anxo Fernández

CULTURA

Mario Camus, durante una conferencia en Lugo, donde rodó «La vieja música»
Mario Camus, durante una conferencia en Lugo, donde rodó «La vieja música» ASPA

18 sep 2021 . Actualizado a las 23:40 h.

En 1984, la Seminci de Valladolid ofreció un ciclo de su obra, junto a una monografía que Juan Carlos Frugone tituló Oficio de gente humilde... Mario Camus. Humilde, tímido, también riguroso y, por supuesto, un apasionado del cine y la literatura. El encuentro con el público del festival confirmó todo eso, y también que estaba entre lo más granado por sus recientes éxitos con La colmena y Los santos inocentes, películas que le abren paso a la inmortalidad en la historia del cine español. Gustaba de Galicia, quizá por cántabro y por norteño, pasión que compartía con otro paisano ilustre, Manuel Gutiérrez Aragón, aunque este se limitó a venir en un par de ocasiones a filmar en nuestros ambientes, frente a las tres de Camus, que extendió su idilio galaico a mucho más allá de traer las cámaras. Alumno de la mítica Escuela Oficial de Cine, conoció allí al periodista y escritor coruñés Daniel Sueiro. Juntos escribieron para su entonces profesor Carlos Saura, el guion de su debut, Los golfos (1959), y ambos repetirían para el comienzo de su carrera, Los farsantes, sobre unos cómicos de la legua, de pueblo en pueblo en la España de entonces.

Como guionista, en 1985 adaptó Luces de Bohemia, la pieza teatral de Valle-Inclán, para Miguel Ángel Díez. Además, dirigió la citada La colmena de Camilo José Cela, con guion de José Luis Dibildos. A Galicia se acercó para rodar en exteriores de Baiona, Santa María de Oia y Pontevedra, Esa mujer (1968), con Sara Montiel. Ya en 1975, regresaría a tierras pontevedresas para La joven casada (1975), con Ornella Muti paseándose por Noalla, A Lanzada, O Grove y Cangas do Morrazo, además de Santiago de Compostela. Finalmente, la ciudad de Lugo, Estaca de Bares, Viveiro y Lavacolla, sumaron buena parte de las tomas para La vieja música (1985), un rodaje que, pese a ser hombre de pocas palabras, le permitió afirmar a Fotogramas que «Lugo es una ciudad muy cinematográfica (...). Toda su vida transcurre por la muralla, la gente pasea, se encuentra, es como la plaza de cualquier pueblo. Eso la hace insólita y plástica. Es muy bonita. (...) El paisaje de Lugo es extraordinario». Otro tanto pensaba de Galicia, seguro.