Arranca una Berlinale de transición, con Scorsese y el cine excéntrico como protagonista

José Luis Losa BERLÍN

CULTURA

FABRIZIO BENSCH | REUTERS

La extrema derecha de la AfD fue excluida por el festival de todos los actos oficiales

14 feb 2024 . Actualizado a las 19:40 h.

Esta 74ª Berlinale llega marcada por el fin de la breve era de Carlo Chatrian como director artístico. Su llegada y la rápida crisis con que se salda podría encontrar parangón deportivo en la agonía del Barça de Xavi. A Chatrian se le fichó en 2019 —en una edición celebrada en el horror vacui, el covid, cuando en Bérgamo ya se apilaban los muertos— como figura, con el sello autoral que traía de sus años de excelente trayectoria en el Festival de Locarno, de xogo o cine bonito y libre de corsés. Y con propuestas de riesgo y directores nuevos o de filmografías excéntricas al mainstream.

Lo que sucede es que la Berlinale, por presupuesto, magnitud y tradición (durante décadas fue la antesala de los Óscar, papel que ahora ocupa Venecia) pide alfombra roja y muchos rostros estelares. Y Chatrian no supo negociar con las autoridades un término intermedio. No le ayudó el período poscovid y no se sabe si en estas tres ediciones últimas no pudo o no quiso luchar por los grandes nombres que pudieran sobrarle a Cannes. El hecho es que se va al final de esta edición. Se pasó de alternativo.

Y ha querido irse como extremando su coherencia y ascetismo frente al glamur. Lo más cercano al Hollywood puro en el cartel de esta 74ª Berlinale es la presencia de Martin Scorseseque recibirá un Oso de Oro honorífico y de quien se proyectará Made in England: The Films of Powell and Pressburger, exhaustivo estudio de los autores de obras maestras como Las zapatillas rojas, Narciso negro o El fotógrafo del pánico.

Entre las firmas potentes en la competición oficial destacan los franceses Bruno Dumont, Olivier Assayas y Mati Diop, el ubicuo Hong Sang-soo -que no se pierde un sarao festivalero- dirigiendo de nuevo a Isabelle Huppert, el mexicano Alonso Ruizpalacios con Rooney Mara de protagonista, el alemán Andreas Dresen y la austríaca Veronika Franz.

En la lista de presencias con gancho fuera de concurso, por la Berlinale desfilarán Kristen Stewart y Ed Harris con la muy esperada Love Lies Bleeding, Amanda Seyfried a las órdenes de Atom Egoyan en Seven Veils, Irene Jacob en Shikun, de Amos Gitai; Adam Sandler y Carey Mulligan en la sci-fi Spaceman, Nina Hoss, Chiara Mastroianni, Lena Dunham, Stephen Fry, Cillian Murphy o Emily Watson. Y como películas con su punto marciano pero a priori apetecibles, la nueva lectura homoerótica que Bruce LaBruce ofrece del Teorema de Passolini en The Visitor o la colaboración de Abel Ferrara con Patti Smith recitando a Artaud o Rimbaud en Turn in the Wound, un ejercicio avant-la-garde sobre la guerra en Ucrania.

Entre lo demás, junto a jóvenes e interesantes autores europeos, hay bastante de ese ya citado cine excéntrico, con obras de Túnez, Mauritania, República Dominicana, Namibia o Nepal. Tanto nepalí se ha llevado por delante a Chatrian. Eso sí, se va sin apearse de su coherencia y con una decisión que le honra: la exclusión de los representantes políticos de la AfD, la extrema derecha alemana al alza, de todos los actos oficiales de una Berlinale que pone pie en pared con estos que consideran al cine señoritismo o -a lo peor- arte degenerado.