Muere Eric Carmen, el esteta pop que buscaba la dulzura

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

CULTURA

Eric Carmen, en una captura del videoclip oficial del tema Hungry Eyes
Eric Carmen, en una captura del videoclip oficial del tema Hungry Eyes

LIderó Raspberries y en solitario triunfó con temas como «Hungry Eyes» de la película «Dirty Dancing» y «Make Me Lose Control»

12 mar 2024 . Actualizado a las 18:10 h.

A la hora de acudir a la figura de Eric Carmen surgen dos caminos. Uno, de notable prestigio para la crítica y los acólitos del pop clásico por su papel al frente de Raspberries. Otro, carente de esas flores, pero infinitamente más popular: el que trazó en solitario con sus baladas sedosas y románticas. Hoy los seguidores de ambas corrientes lloran su muerte. Amy Carmen, pareja del músico, confirmaba esta mañana su defunción a los 74 años: «Nuestro dulce, cariñoso y talentoso Eric falleció mientras dormía, durante el fin de semana. Le trajo gran alegría saber que, durante décadas, su música tocó a tantos y será su legado duradero».

En los primeros setenta, Carmen emergió en el planeta pop. Con la disolución de The Beatles sobre la mesa, al frente de Raspberries tomó claramente la dirección de continuar su legado, si acaso con un extra de electricidad. Fue lo que terminó llamándose power-pop. De hecho, basta escuchar Go All The Way, el tema inaugural de su álbum de debut, Raspberries (1972), para encontrar la receta exacta del género. Riffs rugientes, melodías de ensueño, coros inmaculados y estribillos de esos que hacen flotar al oyente. El rock progresivo podía complicarse en estructuras imposibles, pero aquí se iba a seguir apostando por los patrones maestros de The Beatles y The Beach Boys y la intermitente lija guitarrera de The Who y The Kinks.

Raspberries editaría tres discos más —Fresh Raspberries (1972), Side 3 (1973) y Starting Over (1974)— con éxito decreciente, cambios de formación y un final en el que la dulzura del cantante se impuso al nervio, anticipando su devenir. Disuelta la banda, explotó esa vena acaramelada y mcartniana. En Eric Carmen (1975) se incluía Never Gonna Fall In Love Again. Parecía llevar a los Beatles de The Long And Winding Road a un lugar de nubes espesas y rayos de sol. All By Myself, que también pertenece a ese disco, triunfó dos veces. Una, con la versión original, y otra, en 1996 con la de Cèline Dion, que le dio una nueva vida con estratosféricos resultados de ventas. El álbum que la contenía, Falling Into You, despachó un total de 28 millones de copias.

La fama sonrió a Carmen en varias ocasiones con ese perfil durante los ochenta. La canción Hungry Eyes, por ejemplo, se hizo célebre. Incluida en una de las escenas más emotivas del filme Dirty Dancing (en la que Baby empieza a ensayar con Johnny, siguiendo los latidos del corazón), conquistó a toda una generación gracias a sus teclados cristalinos y voces difuminadas al servicio del amor naciente. También tocó la gloria en 1988, con el sencillo Make Me Lose Control, que inicialmente bebe de los giros típicos de Bruce Springsteen y termina por convertirse en todo un himno de rock de FM.

En los noventa, el músico rebajó la actividad, y su presencia resultó muy esporádica. Reunió a los Raspberries en alguna ocasión, participó en la His All Starr Band de Ringo Starr, y, en el año 2013, editó el single Brand New Year. Todo ello mientras sus clásicos sonaban y sonaban en emisoras nostálgicas. También se colaban en recopilatorios de los años ochenta, sin que muchas veces el público supiera quién los cantaba. Aunque sí reconocían los reconfortantes sentimientos que les provocaba escucharlos.