El peso de un sueño olímpico

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

CESAR QUIAN

La mejor halterófila gallega de la historia afronta un momento clave en su vida

23 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La halterofilia ha abierto la mano en las últimas dos décadas. Sin embargo, Galicia no ha aflojado la suya y se ha mantenido en la élite. En cierto modo, cimentada en las perlas que cultiva el director técnico de la Federación Gallega y entrenador del Coruña, Ferenc Szabo. Una de las que más han brillado en los tiempos recientes es Irene Martínez (A Coruña, 1993).

Viene de ser novena en el Europeo en categoría de menos de 63 kilos (había sido bronce en el Europeo júnior del año pasado). Fue décima en arrancada con 90 kilos y novena en dos tiempos con 106. Además, posee el récord de España absoluto, con 93 kilos.

«Es, sin duda, la mejor halterófila gallega de todos los tiempos. Antes de ella, destacaron la coruñesa Rebeca Fernández y la ourensana Montserrat Rodríguez, medallistas europeas. Hay otras, como Ana Naranjo, Azaira Pan, pero Irene ha superado a sus predecesoras», relata Ferenc Szabo.

Él apreció su talento cuando aún iba al instituto. Ahora lleva un lustro en la Residencia Blume, Centro de Alto Rendimiento de Madrid. «Fue una de las primeras que entró y estoy muy agradecido por ello; aquel gimnasio de Riazor era muy incómodo», recuerda.

La evolución fue notable, según el técnico. «Su físico ha ido adaptándose. Es muy trabajadora. Es deportista de élite no por genética, sino por su capacidad de esfuerzo. Llegó a entrenarse en casa, yo mismo le llevé la haltera. Y está en pleno desarrollo», analiza.

Presente y futuro

Irene Martínez considera que vive «una etapa clave». «Acabo de entrar en categoría absoluta. Es un punto crítico. Los resultados internacionales podrían resentirse. Pero también empiezo mi mejor fase, hasta los 24 años. Me veo manteniendo el alto nivel», dice.

Al instante, esboza un posible escenario de futuro: «Vivir de la halterofilia será complicado, aunque me robe todo mi tiempo. Cuando entras en la Blume vives por y para el deporte. Antes, en A Coruña mi hermana Sofía y yo planteábamos prioridades divergentes. Ella, los estudios. Yo, la halterofilia. Yo tenía que ir siempre a entrenar, incluso con exámenes. Me hace sentir bien. Si no iba, tenía cargo de conciencia. Sentía un vacío. Ahora, cursando fisioterapia, nada ha cambiado».