Cuando el infierno está cerca del cielo

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

EJÉRCITO NEPALÍ | EFE

La tragedia más grave de la historia del Himalaya afecta a centenares de deportistas y lugareños

20 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La Diosa de la Abundancia y las Cosechas decidió cobrarse todos los atrasos históricos y lo hizo de la peor manera posible: arrasando con la vida de cuarenta personas que disfrutaban de las rutas pedestres situadas en una de las montañas más míticas de la geografía mundial, el Annapurna.

Bajo la nieve desplazada por la infernal tormenta desatada hace tres días en la décima elevación más alta del mundo podría haber centenares de personas más. El ejercito nepalí ya rescató a más de trescientos senderistas con vida. El Himalaya se ha convertido en un destino turístico masificado. Hasta que la naturaleza regula el censo.

Hace falta mucha memoria para recordar otro episodio semejante, y eso que en abril murieron dieciséis sherpas víctimas de un alud, y en 1995 otros veintiséis escaladores fallecieron subiendo al Everest.

Sin embargo, en esta ocasión, la climatología del Annapurna dejó a un lado los escaladores y cargó contra los senderistas. El circuito para caminantes se prolonga unos 240 kilómetros, que los 20.000 caminantes que lo eligen al año suelen cubrir en unos veintiún días. No es necesaria una preparación especial para realizar esta ruta.

Con todo, el punto clave de la tragedia se situó en el paso Throung La, a 5.419 metros (la máxima altitud en la mencionada ruta), aunque no es habitual que en esta época del año caiga una nevada de tales dimensiones y termine derivando en una avalancha. Quizás por ello, la vestimenta de muchos de los senderistas a estas alturas sorprende: la mayoría de ellos acuden en camiseta de manga corta y aparentemente infraequipados.

Cierto es que las previsiones meteorológicas no recomendaron a las autoridades activar las alertas, lo que provocó que muchos de los senderistas salvasen sus vidas por azar. Por ejemplo. los que salieron a las tres de la mañana de sus albergues para evitar la ventisca que comenzaba en ese momento. Las mulas, que nunca pierden el camino, fueron guías hacia la salvación.

A partir de ahí, la situación no hizo más que empeorar para los grupos más rezagados. La nieve comenzó a caer como hacía años que no acontecía. Cubría todo tipo de huellas orientativas sobre la ruta y obligaba a los caminantes a refugiarse en unas cabañas sin capacidad para todos.

Ya sin luz, las cosas se complicaron todavía más. El ciclón Hudhud fue implacable y ha desencadenado la mayor operación de rescate de la historia de la cordillera, a la par de la tragedia, la de mayores dimensiones hasta el día de hoy.

Porque no solo los deportistas se vieron afectados por la avalancha de nieve, sino que entre las víctimas hay habitantes de los distritos de Manang y Mustang, como campesinos y guías que trabajaban en el Annapurna y el Dhaulagiri (considerado hasta principios del siglo diecinueve la montaña más alta del mundo con sus 8.167 metros; ahora está séptima en el ránking).

Tampoco faltan los episodios heroicos, como los protagonizados por personas que han sobrevivido con la nieve al cuello o a la intemperie hasta que llegaron los equipos de rescate del ejército nepalí.