El clásico de mañana es el que más expectación ha levantado en los últimos años, debido al gran nivel de fútbol que están demostrando ambos conjuntos. Principalmente, sus estrellas. El espectador actual es un privilegiado, porque está viviendo un momento histórico como contemporáneo de ambos jugadores.
En mi opinión, el Madrid llega a la cita un puntito por delante del Barça, que tiene más dependencia de Messi y Neymar a la hora de resolver sus partidos. Además, a pesar de no haber encajado ningún gol en el torneo, la defensa de los catalanes ofrece dudas. Lo lógico en un equipo imbatido sería repetir zaga encuentro tras encuentro. Y no ocurre así en un Barça que aún no se ha enfrentado a rivales de su nivel en Liga, y cuando lo hizo en Champions fue claramente superado.
En cambio, el Real Madrid llega en una línea de crecimiento constante después de un inicio de campeonato bastante dudoso. Ha evolucionado respecto a la pasada temporada en cuanto a su capacidad para adaptarse a dos sistemas de juego distintos. Con el 4-4-2, el conjunto blanco ya no depende tanto de su pegada y se ha convertido en un equipo mucho más sólido.
En ataque, la tendencia de irse hacia dentro por parte de Isco y James le va a permitir a los de Ancelotti generar superioridades. Mientras, sus laterales de largo recorrido le dan también llegada por bandas. Además, la libertad absoluta que tiene Cristiano con la doble punta le hace sumarse aún más al juego del equipo.
Merece una mención especial el rendimiento que está dando Isco, y que permite al Real Madrid estar sobradamente tranquilo para suplir la baja de Bale, con una apuesta completamente diferente. El andaluz da más opciones al técnico que el galés, que es un jugador de un perfil más específico.
Otro puesto convertido en foco de atención es la portería. Sin embargo, en el Barça la capacidad de Bravo es indiscutible. Se trata de un gran portero que ha realizado paradas de mucho mérito a lo largo de esta temporada. Eso sí, va a ser difícil que el chileno mantenga su imbatibilidad en el Bernabéu, ante un equipo que tiene tantos recursos para generar gol. En el Madrid, con Casillas no hay debate que se sostenga. El entrenador tiene clarísimo quién es su portero titular y no hay más que hablar.
En cuanto a Luis Suárez, cualquier futbolista pierde ritmo de competición después de tanto tiempo fuera de los terrenos de juego. Sin embargo, y aunque no entre en el once, se trata de un grandísimo delantero que amplía el abanico de opciones de Luis Enrique.