Ferenc Szabo Tatar: «Esto es cuestión de técnica, armonía, velocidad y elegancia»

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

MARCOS MÍGUEZ

Tras ganar la Copa del Rey, hito para Galicia, lucha contra los prejuicios de los que piensan que el niño «se quedará pequeño o será un monstruo»

29 oct 2014 . Actualizado a las 10:37 h.

Ya había abandonado la competición en 1980, por imperativo de un accidente. Entrenaba desde 1981 y diez años después era un técnico de prestigio en Hungría. Entonces, le llamó el presidente de la Federación Gallega de Halterofilia, Óscar Fernández, también fundador del Club Halterofilia Coruña. Para que impulsara ambos. Y Ferenc Szabo (Budapest, 1956), que nunca había pisado Punta Herminia, no se lo pensó dos veces. Ahora, acaba de ganar la Copa del Rey masculina por primera vez en la historia en un certamen en el que el femenino del Coruña fue bronce.

-Entrena al Coruña, es director técnico de la Federación Gallega y representa a los entrenadores en la comisión delegada de la Española. No le ha ido mal.

-Encima, los resultados acompañan. Galicia está entre las mejores de España. Miro hacia atrás y no me arrepiento de haber venido. Aunque al principio, las comunicaciones no eran tan sencillas, siempre tuve una relación viva con mi familia. Y mi esposa Lilian, que campeona del Mundo máster, siempre me apoyó.

-Le esperaron en Hungría y le llamaron de la selección española. Declinó ambas ofertas.

-En A Coruña encontré la estabilidad, tengo una relación excelente con los atletas. No quise abandonarlos. Además, cuando me vine, justo a la caída del muro de Berlín, se intuía que el deporte no iba a seguir recibiendo tanto apoyo del estado como en la época comunista. Hice lo correcto, no cabe duda.

-¿Ha tocado techo?

-Estamos muy arriba, no cabe duda, pero podemos llegar más alto. Por lo pronto, es necesario mantener este nivel y aumentar el número de chavales.

-¿Es difícil convencer a los niños?

-Al niño no tanto, a los padres sí. Sobre todo con las niñas. Tenemos un programa de captación mediante el cual hacemos test en los institutos. Escogemos según el potencial y hablamos con los padres. Nos pasamos horas y horas intentando derribar los preconceptos. Creen que te quedas pequeño y te estropeas la espalda. Intentamos demostrarles que la niña se quedará más guapa incluso, que no será un monstruo. En el equipo hay deportistas de 1,92 metros de estatura. Existen ocho categorías de peso, aquí caben todos. Es un deporte muy democrático.

-A pesar de todo, ha conseguido crear cantera.

-Hace diez o quince años hubo un bajón. Si no ibas detrás de los chavales, a ellos solos no se les ocurría apuntarse a halterofilia. Pero ahora sí tienen que pasar por un filtro. Ya no solo importa la cantidad. Hacemos labor social, pero también buscamos calidad. Mi misión es hacer deportistas de élite.

-Dos ejemplos: Víctor Castro (subcampeón de Europa sub-23) e Irene Martínez (bronce mundial júnior).

-Exacto. Los dos mayores exponentes. El objetivo es que mantengan ese nivel en edad absoluta. Es posible a nivel europeo. A nivel mundial, es muy difícil. Es muy competitivo ahora. A mi edad era más fácil. Las medallas se las repartían siete países. Con la desmembración de la URSS, setenta. Somos potencia, pero los hay iguales o mejores que nosotros. Y son muchos.

-¿Puede un halterófilo vivir de su deporte en Galicia?

-Rotundamente no. Hay becas, pero son para los jóvenes. El deportista, como en otras disciplinas minoritarias, debe asumir que tiene que compaginar estudios y deporte.

-¿Cuál es el atractivo para un levantador, pues?

-Dominar tu cuerpo y el reto de vencer ese peso al que te enfrentas. Otro prejuicio sostiene que realizamos esfuerzos enormes. Pero esto es cuestión de técnica, armonía, velocidad y elegancia. Se trata de superar cada vez pesos mayores sin sufrir. El niño comprende que lo consigue con elegancia y facilidad, no con fuerza bruta.