David Cal: «Miro atrás y veo a un niño de 8 años que logró cumplir todos sus sueños»

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo REDACCIÓN /LA VOZ

DEPORTES

XOAN CARLOS GIL

El piragüista de Cangas recuerda su carrera desde la satisfacción por el éxito conseguido y el orgullo por su sacrificio

29 mar 2015 . Actualizado a las 16:49 h.

Desmotivado. Sin el motor espiritual imprescindible para seguir siendo un campeón, David Cal ha dejado el piragüismo convirtiéndose definitivamente en una leyenda del deporte español. Aquel niño de ocho años que solo pensaba en pasárselo bien en una piragua, dio paso a un fenómeno sin igual que ha dado a Galicia algunos de los mejores momentos de su historia deportiva. Cinco medallas olímpicas (récord de un deportista español) varias en mundiales y momentos de épica que perdurarán en las memorias. El hijo del panadero se coló en nuestras vidas palada a palada. Y ahora se quedará para siempre en los libros de historia.

-¿Cuándo se da cuenta uno de que está desmotivado?

-Es progresivo. Al principio, no le das importancia porque ya eres veterano y sabes que hay buenas y malas rachas. Pero, al final, ves que todo se acumula en tu cabeza y caes en la cuenta de que no puedes seguir, que la cosa no funciona.

-¿En qué afectaba a su rendimiento la desmotivación?

-Sobre todo en la intensidad en cada entrenamiento. A menos ganas, menos intensidad. Y sin intensidad, lo pagas. Es así. Cuando me tocaba entrenar en España, que estaba solo, la cosa iba peor. En Brasil, quieras que no al estar con más gente, tiraban de ti.

-¿Todo bien con Suso Morlán?

-Rotundamente, sí. Llevamos juntos 18 años. Y siempre bien. Claro que alguna vez ha habido problemas, pero los propios de lo que hacemos. Ningún problema grave que no tenga que ver con las piraguas.

-¿Ha pensado ya lo que va a ser su vida tras el deporte?

-No demasiado. Quiero estar vinculado al deporte y transmitir de alguna manera mis conocimientos.

-Con el follón que se ha montado se habrá dado cuenta de la verdadera dimensión que ha tenido usted.

-No esperaba tanto, desde luego. Viví grandes momentos de confusión, pero agradezco de todo corazón a todos aquellos que me animaban a seguir. Ha sido un placer ver tanta gente apoyándome.

-Echa la vista atrás, ¿y qué es lo que ve?

-Veo un niño de ocho años que empezó en el piragüismo y se lo pasaba muy bien y que años después ha logrado cumplir todos sus sueños.

-¿Cuándo se da cuenta de que usted valía para esto?

-Fue progresivo. Primero compites por divertirte. Vas avanzando y te planteas ganar competiciones. Luego, te planteas medallas internacionales y al final los juegos. Nunca pensé que acabaría ganando un oro y acabé ganando uno y cuatro platas en los Juegos Olímpicos.

-¿Pero qué tiene David Cal que le ha convertido en una leyenda?

-Primero, hay que tener un mínimo de cualidades físicas. Pero el principal secreto es trabajar y tener ganas y dedicación. Si quieres ser bueno en esto, no te queda más remedio que echar horas. Hay que currar. Detrás de un resultado olímpico hay miles de horas de trabajo

-Pero los demás también trabajarán y no han hecho lo que usted

-A la hora de competir con los demás, uno piensa: «Tengo dos brazos, igual que un ruso, un alemán o un húngaro. Partiendo de cero, somos iguales. Si yo quiero ser mejor que ellos, tengo que trabajar más, tanto la fuerza como la técnica. Si entreno más que ellos ya les estoy ganando en algo antes de empezar la competición.

-Pero usted, en particular, ¿qué tiene que no tienen los demás? ¿Cuáles eran sus puntos fuertes?

-Mi punto fuerte con respecto a los demás ha sido Suso Morlán, mi entrenador.

-Rotundo.

-Sin mi entrenador no habría sucedido todo esto. es un hecho y es justo reconocerlo.

-Algo habrá hecho usted también, ¿no?

-Técnicamente he sido muy bueno. Siempre he navegado bien. Hay gente que avanzaba más que yo, por fuerza o resistencia. Pero yo avanzaba más con menos fuerza gracias a mi palada. Yo no he sido ni el más grande, ni el más fuerte, ni el más rápido, ni el más resistente del mundo. Pero he sido quizá el más equilibrado. Y eso es fundamental o en mi caso lo ha sido.

-¿Cuáles fueron los mejores consejos que le dio Suso Morlán?

-Siempre fue muy de frases. La primera: «Para presumir hay que sufrir». La segunda: «En la cama nadie se hizo rico». Y la tercera: «La pereza es la madre de la pobreza».

-¿Se lo he preguntado varias veces a lo largo de su carrera. Si echa la vista atrás, ¿le ha valido la pena este viaje de 18 años con todo lo que se ha perdido por el camino?

-Sin duda. He sido un privilegiado y así me he sentido todo el tiempo. Cumplí mis sueños y no hay que olvidar que hay compañeros que han trabajado también mucho y que no han obtenido recompensa. Yo sí. A veces me he preguntado cómo puede entrenar tanto alguien que no tiene la fortuna como yo de obtener buenos resultados. Cómo no me voy a sentir un privilegiado con todo lo que he conseguido.