Con balón y sin balón

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

DEPORTES

27 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para los nacidos en este siglo, o a finales del pasado, el partido frente a Italia no tiene el mismo significado que para quienes peinan por encima de la veintena. Porque para los seguidores más jóvenes, el descarrilamiento en el Mundial de Brasil fue un accidente. Están acostumbrados a que la selección gane. Antes no era así. Ni mucho menos. A los no tan jóvenes, todavía les resuena el eco de la maldición de cuartos, la ronda en la que España solía quedar apeada.

Con Italia sucede al revés. Le fue mejor en el XX que en el XXI. En lo que va de siglo, ganó el Mundial de Alemania, en el 2006. Y perdió la final de la Eurocopa, precisamente frente a España, en el 2012. Por lo demás, también podría hablar de la maldición de cuartos.

Así llegan los dos equipos al partido de esta tarde, recelando el uno del otro, porque es la única eliminatoria de octavos en la que se cruzan dos de las selecciones de larga tradición en las fases finales, lamentándose de que el duelo se libre tan pronto. Y los dos encaran la cita apelando a sus respectivas esencias. Italia concibe el fútbol desde la solidez defensiva y la solidaridad en el juego sin balón. España interpreta la seguridad a través de la posesión y la paciencia. Hace suya una de las muchas frases de Perogrullo que acuñó Cruyff: «Si tú tienes el balón, el rival no lo tiene y no te puede marcar».

Haría bien el colectivo de Vicente del Bosque en tomar nota del partido ante Croacia, porque los balcánicos sabían dónde tenían que presionar para hacer daño y cuáles eran los espacios débiles a los que debían enviar el esférico en cuanto lo recuperaban. España, probablemente se encontrará esta tarde con un escenario parecido. Y con una dificultad añadida, porque los equipos de Conte se aplican con criterio en el repliegue pero también tienen un plan de ataque bien estructurado. Lo resumió Xavi Hernández esta misma semana en una sentencia muy gráfica: «Italia tiene un poco de Barça y un poco de Atlético».

De la brillantez del partido solo se podrá hablar a la conclusión. Pero de lo que no cabe duda es de que se avecina un duelo apasionante entre dos maneras muy distintas de entender y de interpretar el fútbol. Los dos equipos reúnen orden y talento en sus filas. Pero no los mezclan con el mismo método.