«La inmersión es lo mejor, la sensación de poder volar es adrenalina pura»

p. G. REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

23 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aprender a pilotar un dron es cada día más sencillo. Si antes los pilotos lamentaban en sus bolsillos el método «la letra con sangre entra», los tutoriales actuales minimizan daños y aceleran el proceso. Con todo, Tábano aspira a desarrollar su propia escuela, con una flota de una veintena de aparatos.

Sin edad mínima para iniciarse (el campeón de Barcelona es un niño de apenas ocho años) y «libres de ataduras burocráticas y licencias porque pesan menos de dos kilos y no tienen fines comerciales sino deportivos», según explica Alain Sánchez, las carreras de drones poco tienen que ver con aquellos rudimentarios vuelos del Phantom F450.

«La inmersión es lo mejor. La sensación de poder volar», avanza Yago Arcanis, del Gallaecia, que empezó directamente en las carreras tras conocerlas mediante vídeos en internet. «Es adrenalina pura», concluye. David Lougedo Lou, además de pionero del skateboarding en Galicia, es uno de los pilotos de drones más destacados. Tanto, que su trabajo está vinculado a esta actividad, a la que llegó por el aeromodelismo, que practica desde el 2009. «La libertad del vuelo freestyle, sentirte como un pájaro en las copas de los árboles gracias a las gafas, me atrae mucho más que las carreras. En ellas, el piloto lo disfruta al máximo y, para el público, habrá que adaptar sistemas de seguimiento como en la fórmula 1, por ejemplo», explica.

Tábano instaló un promontorio elevado en el aserradero de Vilarmaior para que los espectadores no se perdieran detalle de los bólidos en plena pugna aérea.

Ahí arriba permanecía atento Javier Rojo1. Tiene un dron, pero no es de carreras. Para él, «las competiciones son un modo muy atractivo de socializar, compartir experiencias entre los que tenemos las mismas aficiones, para afinar mecánicas y tecnologías». Javier no considera pasarse a las competiciones con drones, por razones económicas. «La clave es el dinero que quieres invertir, siempre mayor que cuando vuelas por simple hobby», analiza.

Volaba también por afición con su helicóptero Hugo Pérez. El aeromodelismo es lo suyo, y espera trasladar su pasión por los aviones teledirigidos a su hijo. «Estoy alucinando. Tuve que aparcar el helicóptero porque, cada vez que se caía, acarreaba mucho gasto, pedir las piezas a Alemania... esto es completamente distinto. El helicóptero, además, era complicadísimo de manejar», apunta.