Una vez más la clave del resultado final está en la gestión de los neumáticos. Ahí ha perdido Mercedes la carrera. Y digo «perdido» porque lo ocurrido ayer no nos debe hacer pensar que Ferrari está por delante desde el punto de vista mecánico -discutir si Hamilton es mejor que Vettel o al revés se lo dejo a los lectores-. Es evidente que ha comido terreno a la escudería alemana. Es indiscutible que dará más guerra que el año pasado cuando, recordemos, ni Vettel ni Raikkonen se auparon a lo más alto del podio. Pero Mercedes sigue un paso por delante en cuanto a motor, como se pudo comprobar en la sesión de calificación del sábado. Si resuelve sus problemas de degradación de los neumáticos debería recuperar el dominio de otros años, no niego que con más sufrimiento, pero sí con el título franco para Hamilton.
Acaba de comenzar una temporada en la que se han vivido profundos cambios en las normativas, como medidas de los monoplazas y gomas, y ese es el caldo de cultivo para que asomen las sorpresas. Luego, la temporada debería ir poniendo a cada uno en su sitio: insisto, Mercedes por encima del resto. Además, esta escudería, junto con Red Bull, es puntera en alta tecnología, clave para el óptimo desarrollo del monoplaza a lo largo de la temporada. Ferrari, en cambio, es buena copiando lo que otros innovan. Pero eso mina la propia evolución y condena a quien lo practica a estar siempre a remolque.
Aunque de momento hay que felicitar a Ferrari por su estreno en este Mundial, por su excelente adaptación a los neumáticos y la fiabilidad demostrada no solo ayer sino especialmente durante los test de invierno en Montmeló. Y también por su gran estrategia a la hora de marcar los tiempos de entrada a boxes.
Manuel Aboy es ingeniero gallego en Arden Motorsport de fórmula 2