Alberto Seoane se adapta al éxito

Pablo Gómez Cundíns
pablo gómez A CORUÑA / LA VOZ

DEPORTES

MARCOS MÍGUEZ

El paralímpico coruñés del CAR de Sant Cugat, tras su segundo mundial por equipos con España, apunta hacia el Europeo y los Juegos de Tokio

24 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aquel joven menudo que asombraba delante de la mesa de ping pong en el Sporting Club Casino, el Compañía de María y que después acabó enrolándose en el Club del Mar de San Amaro ya es campeón del mundo. De hecho, lo es por partida doble (lo fue el 2014 y viene de serlo hace unos días; ambos en adaptado clase 6, por equipos y con la selección española) y ha convertido el tenis de mesa en su vida, con permiso de su empleo como gestor de cuentas de una multinacional danesa del sector servicios.

Es el momento dulce que ahora paladea Alberto Seoane (A Coruña, 1987), economista, pero también residente del CAR de Sant Cugat, doble diploma en los Juegos de Río, subcampeón de Europa por equipos en el 2015, varias veces campeón de España y décimo en el ránking mundial. Porque, en determinadas disciplinas, es imposible no mezclar. «A mí me compensa, porque es la vida que quiero. Compartir experiencias con los mejores deportistas de España y la adrenalina que te da competir en la élite», argumenta, aunque con cierto poso crítico añade: «Claro que me gustaría ser profesional, porque los recuerdos y el reconocimiento están muy bien, pero la falta de ayudas económicas me obliga a trabajar a tiempo parcial, y eso que en mi trabajo me ayudan todo lo posible en cuestión de agenda».

«Incluso en ocasiones siento discriminación en el trato hacia el deporte paralímpico. Es cierto que se ha avanzado muchísimo, pero queda mucho por delante. Entrenamos lo mismo que los olímpicos pero reciben sus medallas, 90.000 euros, y nosotros 30.000», asegura.

Sostiene que el deporte paralímpico es tan espectacular como el olímpico e invita a las empresas a apostar por la disciplina que practica sin reducir la perspectiva a un mensaje de superación personal.

En esa tesitura, preparará el Nacional de finales de junio y el Europeo de Eslovenia a finales de septiembre. Está en el mejor momento de su carrera. «Aunque me llega un poco tarde. Creo que puedo progresar, no en técnica, pero sí en calidad de entrenamiento o de competición», analiza. A largo plazo, apunta hacia el podio de los Juegos de Tokio. Cerraría así ese ciclo que comenzó en el Club del Mar. «Estaba muy a gusto allí, y voy cuando puedo, pero cuando me fui buscaba esto. Los deportistas tenemos cierto ego y cuando dedicas tanto, también quieres reconocimiento», concluye.

«Lo fácil ante una discapacidad es decir que no puedes hacerlo; yo elegí lo contrario»

Alberto Seoane nació con el síndrome TAR, una enfermedad rara vinculada a la disminución de las plaquetas circulantes y que se traduce físicamente en unas extremidades superiores de menor longitud debido a la ausencia de radio. «Como es lo que siempre viví, nunca me paré a pensar otra situación. Claro que hay acciones cotidianas que me suponen un esfuerzo extra, como abrochar un botón, subir una cremallera, coger algo en una situación elevada... pero nunca dejé de hacer cosas por ello», explica.

«Depende de la educación que te da tu entorno. La sobreprotección, desde mi punto de vista, es perjudicial. Yo jugaba al fútbol y claro, si me caía, pues me golpeaba la cabeza porque no me podía proteger con los brazos. Pero seguí jugando. Si lo dejé por el tenis de mesa es porque con el balón era malo y la pala se me daba bien», relata. «Lo fácil ante una discapacidad es decir que no puedes hacerlo; yo elegí lo contrario», zanja.