Nuevo caso de sexismo en el fútbol contra un equipo asturiano de niñas

Susana D. Machargo REDACCIÓN

DEPORTES

La portera Carla Moolenaar para un penalti al Tropezón.La portera Carla Moolenaar para un penalti al Tropezón
La portera Carla Moolenaar para un penalti al Tropezón

El entrenador del Tropezón pregunta por el género de la portera alevín contra la que había perdido en un campeonato. La familia de Carla denuncia que aconsejó a sus jugadores: «Entrarles duro, que se acojonan»

22 jun 2017 . Actualizado a las 21:44 h.

Carla Moolenaar se levantó una mañana, cuando tenía siete años, le dio el beso de buenos días a su madre y le dijo: «Mamá quiero ser futbolista. Portero». Asunción Torre aún recuerda aquel día por la determinación de sus palabras. En ello anda cinco años después. Acaba de fichar por el Sporting de Gijón y la próxima temporada militará en su equipo infantil. Su amor por el deporte lo combina con los animales. Así que también pretende convertirse en veterinaria. A pesar de su corta edad, ya ha comenzado a encontrarse problemas en el campo y curiosamente no con compañeros de su edad sino con adultos. Hace unos días, formó parte de un equipo femenino -Asturias Femenino- que participó en un torneo alevín en Ribadeo. Todas lucieron una indumentaria uniformada con su nombre en letras bien visibles en la espalda. En uno de los encuentros vencieron al equipo del Tropezón, de Cantabria, con una intervención destacada de Carla, que paró varios penaltis. El entrenador rival, ni corto ni perezoso, se dirigió a la organización para cuestionar su género. Preguntó si era una chica o si, como él creía, era un niño que en realidad se llamaba Hugo. Su actuación supuso de cuestionar a una jugadora por su género, algo que no tenía mucho sentido. En categoría alevín los equipos son mixtos y, además, las bases del torneo de Ribadeo nada decían al respecto. 

Carla es una niña de 12 años, alta, con el pelo corto, «y con unos gustos estéticos que socialmente no están vinculados a una mujer», explica su madre. En alguna ocasión ya la habían confundido con un niño. Incluso le había pasado sobre el campo. Pero ella lo acepta con normalidad. Lo aclara y listo. Nunca se ha convertido en un problema. Pero lo que sucedió en Ribadeo fue diferente. Sus padres se han decidido a denunciarlo públicamente por varias razones. Un adulto intentó utilizar el género de Carla de forma torticera después de perder un partido, con la intención poco clara de arreglar en un despacho lo que no había conseguido sobre el campo. En resumen, y usando las propias palabras de Asunción Torre, cargó contra «la portera del equipo que paró dos de los tres penaltis que su jugadores tiraron; la portera del equipo que les eliminó de la competición, la portera del equipo que les mandó para casa», que es una niña de 12 años.

Otras perlas

La situación que se generó no fue nada amable. Ya antes del partido Arndold Moolenaar, el padre de Carla, escuchó al entrenador del Tropezón decir a sus jugadores: «Entrarles duro, que se acojonan». La mujer del entrenador rival, que es la única que ha dado la cara hasta el momento a través de las redes sociales, ya que ni él personalmente ni el equipo han respondido, lo niega. «Es su palabra contra la nuestra. Pero claro que lo oímos», señala la madre de Carla. Lo que es indiscutible es que el responsable de un equipo alevín fue a la organización y que sus jugadores corearon a la niña. Al acabar el encuentro las integrantes del Asturias Femenino se sentaron en las gradas. Los chicos del Tropezón desde abajo empezaron a mirarlas y a gritar Hugo. Ella se giró. Esa fue, para ellos, prueba suficiente de que era un niño. Asunción Torre no sabe muy bien por qué la llamaban Hugo. Cree que es porque uno de ellos había vivido en Asturias y había ido a clase con un Hugo que se parecía mucho.

Su estrategia no sirvió para nada. La organización del torneo de Ribadeo arropó al Asturias Femenino, que está compuesto por jugadoras de diferentes clubes. Agradeció su participación y hasta les hizo entrega de una medalla porque ha sido el primer equipo íntegramente formado por jugadoras. «Hasta nos dijeron que era una buena forma de demostrar que todos somos iguales», señala la madre.

Sin respuesta oficial

Carla no le ha dado demasiada importancia pero su familia califica de «desvergüenza» ver a un entrenador dudando del género de una niña de 12 años que luce su nombre a la espalda. «Qué pretendía», lamenta. Asunción Torre y su marido Arnold Moolenaar intentan «estar a la altura» de su hija y pelear porque ni ella ni otros muchos no se queden en el camino. «Si lo dejan es porque no las fichen o se cansen. No por otros motivos», argumenta. Así que trasladaron su queja al Tropezón a través de las redes sociales del club. Creyeron que la cosa se iba a solucionar en cuestión de horas, que se disculparían y todo se diluiría. Pero no fue así. Ni en el entrenador ni la directiva han reaccionado. Solo la mujer del entrenador ha ofrecido sus disculpas y ha dicho de su marido que es una buena persona y un buen padre. La familia de Carla Moolenaar cree que no es suficiente pero da por cumplido su objetivo: denunciar y concienciar. «Si alguien va a hacer una burrada en el campo, que lo piense antes», añade.

La historia se ha compartido centenares de veces en redes. Las palabras de ánimo de personas vinculadas al mundo fútbol, padres, directivos, árbitros, entrenadores y aficionados, se han multiplicado. Si Carla hubiera sido Hugo, para el resultado del encuentro hubiera sido lo mismo. Pero es Carla, no Hugo.