El cuento chino de la igualdad

Xosé R. Castro FONDO NORTE

DEPORTES

26 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A muchos, especialmente a la clase política, se les llena la boca hablando del deporte femenino, de la discriminación positiva y de la igualdad, pero nada más lejos de la realidad.

En la segunda década del segundo milenio todo sigue siendo muy diferente y los avances han sido a paso de tortuga y por la tenacidad de las propias protagonistas. Lo de planificar puede esperar otra centuria más.

Por eso, poco importa que el baloncesto femenino se haya convertido en un clásico de las finales de los grandes torneos, porque llegada la hora de la verdad la revelación de la Liga Femenina, el Uni Ferrol, se tiene que quedar sin el premio de una participación histórica europea. O un lustro atrás, un club como el Celta Bosco, cuyo pecado es hacer las cosas bien, tuvo que autodescenderse de categoría para garantizar su viabilidad.

Pero lo mismo ocurre en otro deporte que tanto interés acapara en Juegos y Mundiales como el balonmano. El Porriño, otro ejemplo de cantera, tuvo que renunciar a Europa quizás en la única oportunidad que se le pueda presentar en una historia cargada de sacrificio y cantera. No lo hará ahora el Guardés, capaz de hacer campeona de Liga a una localidad de 10.000 habitantes, por el entusiasmo de su presidente, pero después de firmar la gesta jugando en un hangar, gentilmente cedido por un centro escolar, y con unos vestuarios nada acordes con los tiempos que corren ni con las necesidades mínimas.

Y en ambos deportes, tan solo a modo de ejemplo, la emigración es una moneda de uso común. De hecho, especialmente en el balonmano, las mejoras jugadoras hace tiempo que militan en otras ligas.

Luego están los entrenamientos en penumbra, en muchos casos a horas intempestivas, la falta de medios de todo tipo y la precaria organización de muchas competiciones, sin entrar en aspectos tan fundamentales como la visibilidad. Hablar de profesionalismo sería una utopía y lo de compaginar vida deportiva, familiar y laboral parece un cuento de ciencia ficción.

Demasiadas adversidades para pensar que la paridad está más cerca. Primero, sus señorías tendrán que reconocer el problema. No sacarse la foto y mirar para otro lado.