El maestro zen

José M. Fernández PUNTO Y COMA

DEPORTES

03 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El baloncesto tampoco tiene memoria, o anda en vías de perderla. Del olvido no se libran ni las grandes referencias de la NBA. Le ha tocado el turno a Phil Jackson, a quien, a sus 71 años y en el ocaso de su carrera pública, los éxitos comienzan a pasarle factura. El único entrenador de la historia al que no le llega con dos manos para exhibir los anillos conquistado en el banquillo (11), el gurú intocable y guía de grandes estrellas, dejó de ser la semana pasada jefe de operaciones de los Knicks de Nueva York. Tres años después de hacerse cargo del equipo y dos antes de cumplir el contrato, el maestro zen vuelve a disponer de tiempo para recorrer las inmensas llanuras de su amada Dakota del Norte o para disfrutar de un retiro dorado en el paraíso natural que se le ocurra. Al fin y al cabo, los Knicks, esa particular versión del Inter de Moratti o del Atlético preSimeone, le han obsequiado con 60 millones de dólares por darle continuidad a la trayectoria de un equipo cuyo último anillo remite a 1973, precisamente con él como jugador.

Ciertamente, Jackson no ha estado afortunado al frente de una institución que acumula 47 temporadas para olvidar. A estas alturas, cualquiera puede argumentar que a los Knicks no les iría peor si colocaran al frente a Trump o a una nueva versión del doctor Cabezas. Así que, aunque a Jackson le corresponde su pequeña cuota del último fracaso ?justo castigo por empeñarse en arreglar lo que no tiene solución?, tampoco es como para despreciar un palmarés y una biografía que exhibe 11 títulos como entrenador y 2 como jugador, inventó el «triángulo ofensivo» y aplicó técnicas de entrenamiento que beben de la filosofía oriental. Además, claro, de su capacidad para controlar egos (Jordan, Pippen, O’Neal, Kobe...) o su franciscana paciencia para soportar mentes tan retorcidas e inestables como las de Rodman o Metta World Peace (antes, Ron Artest).

Como si se tratara de un Mourinho cualquiera o un Guardiola de la canasta, la salida de Jakson ha estado acompañada por un habitual, y empíricamente indemostrable, argumento: consiguió sus títulos porque tenía a su lado jugadores legendarios y el inventor del triángulo ofensivo fue Tex Winter, uno de sus ayudantes en Chicago. Irrebatible. Eso sí, no es fácil encontrar un equipo campeón que no disponga de alguna figura y cualquier buen director técnico se rodea de colaboradores. Como el gran Phil Jackson.