Bicicletas

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

DEPORTES

10 jul 2017 . Actualizado a las 09:38 h.

En las marchas cicloturistas, los aficionados suelen vigilar con devoción los movimientos de los profesionales que participan. Pero desde hace unos años los corredores que se ganan la vida en el pelotón también miran con asombro las bicicletas de los globeros. En alguna ocasión se escucha en voz baja: «Dios mío, creo que la suya es más cara que la mía».

Un amigo comentaba que, como resultado de esta fiebre, más de uno y una ha engañado a su pareja sobre lo que tuvo que pagar por su bici, pero finalmente ha confesado con una especie de testamento anticipado: «Cariño, si alguna vez me pasa algo, nunca vendas la bicicleta por el precio que te dije».

Uno de los síntomas de esa epidemia de los últimos tiempos son esos piques entre los amiguetes de la grupeta que asoman hasta en los paseos dominicales. Entrañables ciclistas con barriguilla cervecera que lucen maillots de última generación y se retan en las faldas del monte Xalo o en las rampas del Aloia con un hachazo mortal, como si aquello fuera el Tour de Francia en las herraduras del Galibier. Voraces corredores amateurs que imitan a Eddy Merckx y que esprintan bajo la pancarta de las fiestas patronales del Carmen. Expertos en avituallamientos energéticos. Son dueños de su obsesión. Lamentablemente, no siempre lo son de sus vidas cuando avanzan sobre el asfalto. Porque falta cultura general para todos, los que llevan motor y los que no lo llevan. Se necesitan más viajes a Holanda y a Dinamarca.

Otro consecuencia de la fiebre de las dos ruedas es el inesperado florecimiento de los equipos de veteranos. Algunos casi con presupuesto e ínfulas de gran ronda ciclista. Gracias a patrocinadores volcados con los que están de vuelta y que prefieren ignorar a los que están luchando por llegar. Es su dinero, sí. Pero es extraño eso de empeñarse en abonar con generosidad la hierba seca y descuidar, sin embargo, la semilla. Porque la ciclista cantera se apaga. En Galicia. En España.

De todo hay en la viña del deporte. A otros parece que les cuesta apoyar el deporte femenino por el simple hecho de que lo practican (ojo, spoiler) mujeres. Todo avanza. Los globeros, los maillots, los sillines. Pero hay cosas que parece que nunca cambian.