El relojero que pone en hora A Estrada

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

miguel souto

Manuel Puente será el encargado de resucitar el reloj del Concello fulminado por un rayo hace un año y dos meses

30 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Como en la mítica escena de Regreso al futuro, el 10 de abril del 2016 un rayo alcanzó la torre del consistorio de A Estrada. Además de abrir un boquete en la cúpula, hizo saltar por los aires un reloj monumental con sesenta años de historia. Las agujas fueron recuperadas a ras de suelo y las esferas se hicieron añicos en la Praza do Concello. A quien más le dolió la pérdida fue al estradense Manuel Puente Cabalar, relojero vocacional, adicto a las ruedas y engranajes y médico de cabecera de la pieza siniestrada.

A Manuel, el oficio le viene de familia. Su tío Benito Puente fundó una de las relojerías míticas de A Estrada y su padre, Manuel Puente Goldar, trabajó con él muchos años. Manuel creció entre engranajes y péndulos. «Sempre me gustou andar fozando na reloxería do meu tío», recuerda. Con apenas nueve años ya había destripado muchas maquinarias y había devuelto el aliento a unos cuantos relojes de pulsera.

Sin embargo, Manuel orientó su carrera profesional hacia un campo completamente diferente. Al acabar el instituto estudió administración de empresas y trabajó muchos años como contable en las firmas Seat y Citroën. Las cuentas le daban, pero no cuadraban con su vocación auténtica. Así que un buen día, allá por el año 1991, dejó la contabilidad y abrió relojería propia en la calle San Paio. Y allí sigue feliz un cuarto de siglo después.

Flechazo en la torre

Desde hace tres décadas, Manuel es el encargado del mantenimiento del reloj del ayuntamiento, una pieza de la desaparecida firma Manufacturas Blasco, de Roquetas (Tarragona). El reloj se había instalado en su día en la torre, pero nunca había llegado a ser sincronizado. «Tiña un problema de sincronismo. Andaba un día e outro paraba. Descontrolaba continuamente», explica el relojero. Por mediación de un funcionario municipal, Manuel subió un día a la torre a echarle un vistazo. Ocurrieron dos cosas: el relojero se enamoró de la pieza y el gobierno aprovechó el flechazo para fichar al experto como médico de cabecera. Desde entonces, Manuel se ha encargado del mantenimiento y ha vigilado de cerca al paciente. No ha habido día que haya atravesado la plaza sin echar un vistazo a la torre ni mes que no haya subido un par de veces para engrasar la maquinaria. Hasta abril del 2016, claro.

Tras la caída del rayo, una empresa especializada presentó un presupuesto para reparar el reloj. Ascendía a 16.970 euros. Mas IVA. La cifra ponía respeto, así que el gobierno se tomó su tiempo para reflexionar. Retomó el tema a las puertas del pregón del San Paio de este año, que tuvo que volver a pronunciarse en un balcón consistorial coronado por una torre con óculo.

Sin embargo, la reposición del reloj está al fin encaminada. El cableado quemado está repuesto y los albañiles municipales pendientes de llevar a cabo el asentamiento del carrillón. El trabajo de relojería propiamente dicho se dejará en manos de Manuel Puente, que ya ha contactado con varias firmas para conseguir esferas y agujas similares a las originales. «As agullas orixinais consérvanse, pero as rodas de minutería están destrozadas. Se atopamos unhas similares, non paga a pena arranxalas», explica. «Despois solo quedaría a limpeza e aceitado da maquinaria, que non sufriu danos, e o sistema de amplificación», avanza el relojero.

Banda sonora cotidiana

Manuel Puente confía en poder escuchar las campanadas de fin de año desde la torre del ayuntamiento. Es un decir. En A Estrada no es tradición tomar las uvas en la plaza, pero muchos vecinos echan de menos la melodía popular del carrillón -17 notas atribuidas al director de la Banda de Música Municipal de A Estrada entre 1968 y 1991, Eulogio López Masid- que sonaba diariamente a las 8.00, las 12.00 y las 20.00 horas.

Supervisor de todos los aparatos del Pazo de Oca y responsable durante 18 años del de la iglesia

A Manuel Puente, entre relojes, el tiempo se le pasa volando. Por eso disfruta con cada mecanismo que llega a su taller y por eso se apunta a revisar cuanta maquinaria antigua le piden. No es cuestión de dinero. Es pasión pura. Hablando de relojes, incluso se emociona. «Gústanme todos. Se tivera que elixir un, quizáis o do Concello, por ser un reloxo monumental», confiesa.

Manuel ha recorrido muchas iglesias con su padre revisando viejos aparatos y ha sido durante 18 años el encargado del mantenimiento del reloj de la iglesia parroquial de San Paio. «Teño subido ó campanario ata con tormenta», cuenta. «O orixinal era un reloxo mecánico dunha casa de Vitoria. Funcionaba con dúas pesas e Luis o sacristán ía darlle corda cunha manivela. Pero tiña moito desgaste. Hai 24 anos cambiouse por un reloxo francés electrónico mercado a unha casa de Bilbao. Mantivo a mesma esfera, pero cambiáronlle as agullas e a maquinaria», explica. «Dá as horas cunha maza electromecánica que golpea a campá. As horas dáas dúas veces e as medias unha», indica. Ahora hace cinco años que Manuel Puente ya no sube al campanario. Lo que sí sigue supervisando como desde hace casi tres décadas es más de una decena de relojes históricos que alberga el Pazo de Oca. «Aí si que disfruto», confiesa.

La sombra que se esfumó

Como fanático de los relojes, el estradense se ha interesado además por la recuperación de otra pieza mítica en A Estrada: la del edificio de la sala de exposiciones de Abanca. Durante años hizo sonar en el centro la melodía Negra sombra. Pero enmudeció hace tiempo. «As esferas aínda as conserva. Ogallá poida recuperarse», desea Manuel Puente.