El clown echa raíces en A Estrada

Rocío García Martínez
Rocío García A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Miguel souto

El payaso Alfredo Pérez Muíño abre en San Miguel de Castro un espacio de creación que aspira a convertirse además en centro de dinamización rural

18 feb 2024 . Actualizado a las 13:37 h.

En la parroquia estradense de San Miguel de Castro (Rúa Prado, 4) hay una nave industrial reconvertida en foco de creación artística y bautizada como A Casa do Grilo. Es el local de ensayo del clown Alfredo Pérez Muíño (Ferrol, 1977) y al mismo tiempo un taller de creación compartida en el que se gestan todo tipo de espectáculos multidisciplinares.

Tras recorrer medio mundo, Alfredo Pérez echó el ancla en A Estrada con la intención de dar alas a un proyecto artístico propio. «Sempre viaxei moito, pero sempre tiven a miña base aquí en Galicia. O circo, en Galicia, estivo sempre en Santiago, así que eu funme achegando. Vivín en Ferrol, na Coruña, en Santiago... E despois empecei a buscar un sitio rural preto de Compostela, porque eu son de campo. De monte. Identifícome co rural», explica Alfredo Pérez.

Así fue como el artista aterrizó en San Miguel de Castro, donde encontró un hogar a su medida y donde reside con sus dos perros labradores. «Buscaba un sitio no que puidera vivir no rural e ao mesmo tempo facer unha vida cultural activa», cuenta.

Pero la idea de Alfredo, que lleva tres años instalado en Castro, no era solo encontrar un lugar de residencia. «A miña idea era tamén contribuír a dinamizar o rural a nivel cultural e ofrecer os meus servizos culturais e formativos a toda a xente que poida estar interesada», cuenta.

Alfredo tiene una formación tan ecléctica que puede dar clases casi de cualquier disciplina en la que se combinen cuerpo y arte. Estudió Educación Física, se especializó en gimnasia deportiva, y se formó también a conciencia en teatro, circo y danza. Bailaba danza contemporánea en la calle hace más de veinte años, cuando era casi impensable, y fue uno de los primeros artistas en acudir a una escuela de circo internacional. «Penso que a miña principal característica é que son moi versátil. Iso ten o seu lado bo e o seu lado malo. Son un desterrado. Non son de ningún lugar. Para a xente do circo son actor, no mundo da danza son acróbata e para os actores e actrices bailarín. Pero agora mesmo tamén hai un eclecticismo de disciplinas, mestúranse todas», cuenta.

El artista llegó a formarse incluso como maestro de yoga. «Interesábame pola miña profilaxe física. Teño 46 anos e sigo dando botes. Teño que estar en forma en todos os sentidos. Ao ser actor físico preciso unha disciplina intensa», explica. «En pandemia din clases de ioga. Algunha alumna díxome que as miñas sesións lle axudaran a deixar de tomar medicación para a ansiedade», cuenta feliz de poder ayudar al prójimo.

El sueño de Alfredo Pérez es convertir su taller de San Miguel en un centro de dinamización rural, impartiendo talleres y clases de todo tipo, desde mantenimiento físico hasta clown, teatro o acrobacias. «Gustaríame que fose tamén un espazo artístico pero facer unha escola e representacións a nivel privado é difícil polos protocolos legais», comenta.

Por el momento, la nave que Alfredo ha ido acondicionando —en buena parte con sus propias manos— funciona como espacio de ensayo y creación colectiva. En ella el artista dispone de estructuras aéreas que utiliza para sus entrenamientos en esta disciplina y a ella han acudido también algunos artistas y compañías de distintas ramas para trabajar en el diseño de espectáculos compartidos.

La fórmula de la creatividad

Alfredo tiene el mérito de haber conseguido vivir de su oficio de payaso. Desde el 2006 es autónomo, algo atípico en el gremio, y en el 2019 creó su propia empresa, bautizada simbólicamente como N+1. «Todo se crea a partir dunha idea á que se lle suma algo que xa existe. Usar o que temos para conseguir os nosos obxectivos, aproveitar e disfrutar o que a vida nos da combinándoo ao noso gusto e non agarrarnos a falsas necesidades porque nos digan que as cousas funcionan dun xeito ou doutro. Esa é a mensaxe da compañía», explica.

Del miedo escénico al teatro de gorra en Santiago o el circo social

Por extraño que pueda parecer hoy, Alfredo Pérez se metió en el mundo del espectáculo para superar su miedo escénico. Cuando empezó a estudiar Educación Física no soportaba las exposiciones orales ante sus compañeros. «Pasábao fatal. Entrábame taquicardia e suoración fría. Para superalo empecei a facer danza e teatro e coñecín o mundo do clown», cuenta. Ese primer contacto cambió su vida. «O clown é moi terapéutico. Axúdache a entenderte e a rirte dos teus medos. Eu empecei a investigar e, acabando a carreira, marchei a Madrid para formarme na escola de Circo Carampa», explica.

A partir de ahí, Alfredo continuó su formación como especialista en técnicas circenses en la Escuela Nacional de Río de Janeiro, la Escuela de Circo Criollo de Buenos Aires, la Escuela Nacional de Circo de Cuba y la Bont's International Clown School en Ibiza.

Gran defensor del teatro de calle, el artista fue habitual del circuito de teatro de gorra de Santiago y desarrolló también un importante trabajo social, colaborando con la Fundación Vicente Ferrer (India), la Fundación Theodora —visitando durante 10 años niños hospitalizados— o la Fundación Maria´s Children (Moscú).

Además de trabajar en solitario, el artista ha formado parte de compañías como Lusco e Fusco, Elefante Elegante o Chipolatas como actor, bailarín o acróbata.

En su trayectoria figuran destinos en los cinco continentes. Brasil, Costa Rica, México, Argelia, Palestina, Australia, India, Rusia, China o Japón son algunos de los países por los que ha pasado compartiendo su forma de entender las artes escénicas.