Antes de las mallas, tiempo de siegas

irea carballo, o. p. LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Rober Amado

O Museo Casa do Patrón realizó ayer la labor con vecinos de Allariz, y también Piñeiro acogió esta tradicional tarea

11 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Con el objetivo de difundir y conservar los valores de la cultura tradicional gallega, se reunían ayer un grupo de segadores en el Museo Casa do Patrón para proceder a la tarea anual de segar el centeno. La cuadrilla estaba compuesta por segadores propios de la zona y otros siete hombres de la parroquia de Queiroás da Igrexa (Allariz), quienes llevan 15 años poniendo en valor el ciclo del pan en su zona manteniendo las costumbres tradicionales. Se trata de la 17 edición anual consecutiva de la siega del centeno que se utilizará en la Malla Tradicional de Lalín, el próximo día 20 en Codeseda, Doade. Manolo Blanco Villar de A Casa do Patrón relataba que «dáse a casualidade, ou non, de que os meus pais, avós, e bisavós, segaron durante anos esta leira en calidade de caseiros, compartindo co seu amo a metade da colleita» por lo que este trabajo nace por la memoria de todos ellos.

El grupo ourensano al que dan la bienvenida son descendientes directos de los miles de segadores gallegos -de Xinzo de Limia, Verín y Allariz-que cada año iban a trabajar a Castilla tal y como describía Rosalía de Castro con su «¡Castellanos de Castilla/tratade ben os galegos,/ cando van, van como rosas,/ cando vén, vén coma negros.» También en la comarca de Deza, hubo cientos de labriegos que aunque no marchaban a Castilla, se dedicaban a trabajar como caseros las tierras de otros.

En la siega de ayer pudieron comprobar las sutiles diferencias que hay en la manera de trabajar en Allariz con respecto a la comarca dezana. La manera de atar los mollos, las herramientas utilizadas... Además de transmitir todo el conocimiento heredado de sus antepasados como en qué consistían las cartas de trato da sega, el contrato de la época en el que se negociaban las fincas a segar además de poñerlle pedra, esto es, ponerle precio. Las condiciones de estos jornaleros eran realmente duras. Viajaban hasta Castilla, en tren, bus, o incluso caminando para cumplir con jornadas de hasta 18 horas, de lunes a domingo, a excepción de los festivos de San Pedro, Santiago y el 18 de julio. Dormían vestidos en palleiros o en la propia finca sobre un colchón de paja molida.

Por su parte, Silleda vivió su primera siega tradicional en Piñeiro, organizada por Aurelio Fernández. Contó con una veintena de personas que segaron el trigo, hicieron mollos y medas, a la antigua usanza. Entre los asistentes, Manuel Cuíña y los ediles Klaus Brey y Jesús Lázara.

«A malla en Allariz facémola como aquí pero máis teatral», dice José Esteban Grande

José Esteban Grande es uno de los ocho vecinos de Queiroás da Igrexa que ayudaron en las labores de siega en Doade ?uno de ellos, un chaval que ejerció de aguador?. El alaricano cuenta que las diferencias de segado entre Galicia y Castilla son escasas «máis que nada a diferencia dáse no atado, en Castilla faise coa espiga en contrapeado, unha para un lado e outra para outro» mientras que en Xinzo de Limia, Allariz y A Merca se hace hacia el mismo lado. También existen sensibles diferencias entre la siega en las tierras de Allariz y las de Deza, «alí segábamos cara diante e atando ao revés, mentres que aquí segabase cara atrás e ataban as mulleres, en Allariz todo esto é cousa de homes».

Este grupo de segadores llevan ya 14 años realizando la siega en sus tierras ?y un año más la malla?, pero no conocían la de Doade «de aquí só coñeciamos a malla» y aclara que «o primeiro ano que viñemos facíase a malla á pedra, que en Allariz tamén se facía pero con outro nome. Collíanse uns mollos da finca e mallábanse encima dun penedo cunha maza para despois levar ao muíño» para paliar la falta de pan. Por lo demás la malla en ambas zonas es muy parecida: «Facémola como aquí pero máis teatral». El grupo utiliza tanto los métodos tradicionales como las vestimentas de la época. Cuentan con una máquina con un siglo de antigüedad «cun motor de Reus, que ten uns 150 anos, lémbrome de velo despezado cando neno».