Casal de Chedas se queda en silencio

j. b. LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Cedida

02 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La lluvia quiso romper el silencio que se adueñó ayer del casal de Chedas. En una de las casas de piedra, en ese bello rincón en los montes de Testeiro, vivía Antonio Dobarro Fuciños. El único habitante de esa aldea de la parroquia lalinense de Zobra, reacio siempre a dejar su hogar a pesar de los intentos en más de una ocasión de sus hijos. Su muerte a los 90 años se recibía con pesadumbre. Un hombre jovial, que en su día fue cantero, siempre sonriente y dispuesto a recibir con amabilidad a quienes se acercaban a disfrutar con estos parajes naturales de ensueño, en ocasiones senderistas o también cazadores. Hospitalario, el apego a su hogar le llevó incluso a rechazar hace años más de una oferta de empresas constructoras que le cambian toda la propiedad por algunos pisos en Lalín. No entendía su vida allí, lejos de sus perros y sus animales de granja, lejos de su casa.

«Haiche leña bastante», le respondía a más de uno cuando le preguntaban si en el duro invierno en la montaña no le pesaba esa soledad, vivida desde la marcha de sus hijos y tras la muerte de su mujer en el 2008. Una frase recogida ayer en las redes sociales que resumía ese espíritu de aldea, de amor a las raíces de quien había nacido muy cerca de Chedas, en Couso, en el vecino municipio de O Irixo.

Antonio Dobarro tenía el privilegio de vivir en un lugar de película, con un pasado aún por desentrañar reflejado en algunas de las edificaciones. Entre ellas ya no paseará más. Su espíritu y apego quedarán para siempre.