Las esculturas tatuadas de Soledad Penalta

Javier Benito
javier benito LALÍN / LA VOZ

LALÍN

Adrian Freiria

El museo de Lalín acoge la exposición «Formas e grafismos» con el metal como principal protagonista

31 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la Feira do Cocido como telón de fondo, el museo municipal Ramón María Aller de Lalín acoge cada año una exposición de prestigio en la vertiente artística de la fiesta gastronómica de interés turístico internacional. Si el pasado año recalaban obras del creador compostelano y presidente de la Real Academia Galega de Belas Artes, Manuel Quintana Martelo, en esta ocasión toman el relevo las esculturas y maquetas de la reputada artista Soledad Penalta (Noia, 1943). Una muestra bautizada como Formas e grafismos donde las piezas metálicas tatuadas con mensajes escritos tienen capital protagonismo.

La exposición lalinense abarca obra relativamente reciente de quien atesora una dilatada trayectoria de más de 45 años en el mundo del arte. Soledad Penalta evolucionó en sus propuestas tanto a nivel formal como temático, desde unos comienzos donde la cerámica copaba el protagonismo hasta descubrir el metal como cauce para transmitir sensaciones y sentimientos. Una permanente investigación en cuanto a la capacidad expresiva del material a emplear en sus composiciones. En la capital dezana se reúnen catorce obras de mediano o gran formato, junto a dos maquetas de propuestas escultóricas, una de ellas pendiente de plasmar sobre el terreno. Incluso la artista noiesa, en la inauguración en días pasados de la muestra, animaba a la Xunta a coger el guante de ejecutar ese proyecto en el monte del Gaiás.

Como remarca la propia Soledad Penalta, «son introspectiva, sempre trato de contar a situación do individuo, do ser humano, da humanidade no espazo terra. A súa problemática, a miña problemática, o meu eu ante os demais». Una escultora en plena madurez plástica, que se percibe con nitidez en el trabajo de los diferentes materiales y en las reflexiones escritas que tatúa sobre el metal, convertido en «pel puída e brillante», como destaca la crítica Rosario Sarmiento. Una línea creativa que emprendió a finales de los años 80 al viajar a Estados Unidos, tras haberse centrado en la cerámica tras su formación en la Escola de Artes e Oficios da Coruña y posteriormente en Cataluña.

En Minessota vivirá un año de formación en el Studio Art University donde conoce la fundición y comienza a trabajar la escultura a partir de materiales pesados como el hierro y el bronce. Todo un reto que asumió en un país diferente y que pulió posteriormente con más formación en 1991 al recibir una bolsa de investigación de la Deputación da Coruña. Profundizó en la función y la soldadura escultórica. A principios de los años 90 el ser humano y en especial las cabezas siguen protagonizando su iconografía principal, con perfiles en forma de aristas.

Espacios públicos

El empleo de materiales pesados y el conocimiento adquirido en técnicas de fundición posibilitó que Soledad Penalta acometiese piezas de gran relevancia ubicadas en distintos espacios públicos de Galicia. Baiona, Santiago, A Coruña, Ribeira, O Carballiño,... son algunas de las ciudades o localidades donde se pueden admirar sus obras al aire libre, así como en el Pazo da Deputación de Pontevedra.

El acero inoxidable, de hierro, supondrá otro giro en su producción dada la dificultad para aplicarle la soldadura pero posibilitando formas tanto longitudinales como verticales o circulares, con la propia pared como soporte para las obras, según resalta Rosario Sarmiento. En ellas además comienza a aparecer otro de los elementos que distinguen a Soledad Penalta: el empleo de la escritura. Caligrafías y textos se desparraman sobre la superficie metálica. Desde reflexiones de la propia autora a citas literarias o históricas conforman esa humanización del material, aportando calidez a la frialdad del acero.

Como recoge el catálogo de la exposición en Lalín, la escritura surge tras constatar que el acero inoxidable «é frío, por esa razón ráioo e escríboo; límoo para sacarlle brillo e formar irisacións que reflictan a luz, facéndoo máis cálido e volumétrico... Escribo nas pezas os meus pensamentos, ás veces poesías e outras veces reflicto algo que me gusta doutra persoa». Un conjunto de obras que intentan comunicar e reflexionar sobre el hombre y su forma de estar en el mundo.

Asidua del Cocido das Artes y de Emporcarte

La vinculación de Soledad Penalta con Lalín viene ya de hace más de dos décadas, con su presencia habitual en el Cocido das Artes, que congrega a creadores de toda Galicia. También ha participado en la Bienal Pintor Laxeiro o en la muestra colectiva Emporcarte, que este año se ha caído de la programación.

En la presentación de la muestra, la artista destacó la energía que recibía de Ramón María Aller y Laxeiro. Para la muestra se escogieron las piezas que por su significado se adecúan al espacio del museo. Todas ellas en mediano y gran formato de su última producción, con figuras en movimiento, perfiles,... perfectamente reconocibles y con la escritura reflejada en muchas de ellas.

En la exposición hay piezas de acero o de acero corten en las que aparece la grafía, «que fai que o espectador se fixe un pouco máis na obra», como remarcó Penalta en la inauguración de la exposición. Pero esos textos pueden ir relacionados o no con el propio mensaje de la pieza porque «non escribo para que sexa parte da obra, é unha parte estética e para espertar a curiosidade do espectador». Creaciones de gran impacto visual, donde atisbamos en ocasiones la figura humana pero siempre en movimiento, en busca del sentido de la vida, escondido quizás en esos textos que invitan a mirar casi con lupa el metal pulido y escrito.

Cascadas de láminas, corazas de hierro, árboles sin savia, conversaciones sin voz,... conforman el particular universo de Soledad Penalta que estos días se puede admirar en Lalín.