Varias generaciones han pasado por el mostrador de la joyería García desde que abrió sus puertas hace 46 años en la avenida General Sanjurjo de A Coruña. La crisis ya asestó un duro golpe al negocio, al que ahora se suma la revisión de las rentas antiguas, «que permite que el propietario me pueda pedir lo que quiera por el alquiler, y las cuentas no dan», explica Belén García, que ha decidido cerrar las puertas de la tienda y buscar fortuna con otro local.
-¿No han llegado a ningún acuerdo para poder mantener su negocio en la misma ubicación?
-Intentamos negociar, y le prometimos que se revisaría la renta si las cosas mejoraban, pero se cerró en banda. Y eso que nuestra renta no era de las más pequeñas, sino que ya es una suma considerable. Hay que reconocer que la esquina en la que está situada la joyería es buena, porque pasa mucha gente, pero por mucha gente que pase no se vende más.
-¿Qué planes tiene a partir de ahora?
-He encontrado un local más pequeño en la misma calle con un precio más asumible, y he decidido liarme la manta a la cabeza y volver a abrir.
-¿Lo destinará también al mismo sector?
-Sí, aprovecharemos que la gente nos conoce para seguir trabajando, aunque hay que tener en cuenta que los artículos de joyería han cambiado mucho en estos años. Ahora ya no se vende tanto oro y relojería, y se opta más por artículos con precios más bajos.
-¿Tiene esperanzas de salir adelante?
-Sí, porque hay que arriesgarse y echar para adelante. Tengo 44 años y no me puedo jubilar, y si no te mueves no va a venir nadie a casa a buscarte. A mi favor tengo que llevo muchos años trabajando en el sector, que los clientes nos conocen, y que no contamos con mucha competencia en la zona.