Galicia dispara su saldo negativo con la Seguridad Social un 131 %

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

ECONOMÍA

En apenas cinco años el déficit ha pasado de 1.777 a 4.118 millones de euros

03 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cuentas territorializadas de la Seguridad Social en la comunidad arrojan un saldo que dibujan una Galicia cada vez más dependiente de la caja única. Y la crisis ha agudizado este problema a una velocidad vertiginosa. La diferencia entre los ingresos y los gastos ofrecen un balance negativo que entre los años 2009 y 2014 ha crecido más del doble, un 131 %, al pasar de 1.777 millones de euros a 4.118. Este un fenómeno común al conjunto de las autonomías como consecuencia de una recesión económica que disparado los gastos y ha reducido lo recaudado en cotizaciones. Pero Galicia presenta un comportamiento diferencial negativo más preocupante que la media estatal.

El último informe sobre la economía gallega elaborado por Afundación -la entidad que gestiona ahora la obra social de las antiguas cajas- destaca el fuerte crecimiento de los gastos de la Seguridad Social entre los años 2009 y 2014 como consecuencia, principalmente, del incremento de las pensiones. Pero mientras en el conjunto del Estado este aumentó un 16,2 %, en la comunidad lo hizo un 18,1 % en el mismo período. En el lado contrario, los ingresos por cotizaciones cayeron un 22 %.

El declive demográfico que arrastra Galicia, con una población cada vez más envejecida, y el rastro de más de siete años de destrucción de empleo, dibujan un panorama desolador: la comunidad gallega ha retrocedido más de una década en términos de ocupación. Y según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), apenas trabaja algo más de un tercio de su población -2,7 millones de habitantes - después de la más grave y larga crisis económica de los últimos 50 años.

Hay un dato que ejemplifica bien el desequilibrio. Mientras que en el conjunto de España hay 1,8 cotizantes por cada pensionista, en Galicia la proporción es de apenas 1,2, tal y como muestra la serie de la Seguridad Social. Habría que remontarse una década atrás para hallar tal desajuste entre el número de personas que aportan al sistema y los que se benefician de él.

La situación en la comunidad gallega es especialmente delicada en muchas comarcas. Solo 27 municipios, pertenecientes a las áreas urbanas de A Coruña, Santiago, Pontevedra y Vigo, presentan un balance equilibrado o positivo entre los ingresos que generan sus ocupados para cubrir el gasto en prestaciones de ese ayuntamiento (pensiones o subsidios de paro). Pero los datos del IGE muestran el profundo desequilibrio entre la franja atlántica urbana y el resto del territorio, sobre todo del interior.

En Galicia hay 256 ayuntamientos, el 81 % del total de los existentes, donde las rentas del trabajo apenas cubren el 85 % de lo que hay que gastar. Y comarcas al sur de Lugo y de Ourense, las cotizaciones apenas cubren la mitad del gasto en jubilaciones.

La insuficiente aportación del nuevo empleo

La recuperación del mercado laboral, con el aumento de la ocupación, podría ser una buena oportunidad para compensar los desajustes de la caja de la Seguridad Social, con la hucha de las pensiones cada vez más vacía. Pero la realidad muestra que la proliferación del empleo precario está generando cotizantes que aportan poco.

Quienes salen del sistema (los que son ahora nuevos jubilados) contribuían a las arcas mucho más que los que entran (nuevos trabajadores). La paradoja es que la Seguridad Social gana cotizantes, pero en términos medios recauda cada vez menos. Concretamente, en el conjunto del Estado, 300 millones menos de media mensual que antes de la crisis. España es uno de los países de Europa con mayor porcentaje de empleados a tiempo parcial forzados (no tienen otra alternativa). Y los datos de la Encuesta de Población Activa así lo revelan.

Más trabajo a tiempo parcial

La información relativa a la comunidad gallega, por ejemplo, muestra que crece cada vez más el número trabajadores a media jornada, porque no encuentran un empleo a jornada completa. Concretamente, en junio eran 103.300, la cifra más alta de toda la serie histórica. Son casi el 70 % de todos los empleados a tiempo parcial, lo que muestra que, a diferencia de lo que ocurre en los países nórdicos y en otras economías desarrolladas, el auge de este empleo no tiene que ver con una elección de vida para conciliar sino como una necesidad ante la falta de alternativas mejores.

El mercado laboral se parece cada vez menos al que había antes de la crisis económica. Y el resultado de la proliferación de este tipo de puestos de trabajo explica, en gran medida, el auge también de la llamada pobreza laboral, que afecta ya a uno de cada cinco asalariados de la comunidad gallega.

En esta situación se encuadrarían aquellos trabajadores cuyos ingresos son insuficientes para atender las necesidades básicas de la vida, como la vivienda y la alimentación. El economista Manuel Lago acaba de publicar un trabajo titulado el Análisis de la devaluación salarial en España (difundido por Comisiones Obreras) en el que muestra cómo los mayores descensos en los salarios se han producido en los tramos de ingresos más bajos, lo que ha disparado la desigualdad den España. Es decir, el ajuste derivado de la crisis se ha cebado con los eslabones más débiles de la cadena. Lago alerta en el trabajo de una pérdida de peso de las rentas salariales en favor de los beneficios empresariales, lo que ha desplomado la demanda interna de consumo y alargado la recesión económica.