El jefe de Volkswagen en EE.UU. calcula que los coches trucados no estará arreglados hasta el 2017

EFE

ECONOMÍA

Atlas TV

Michael Horn afirmó que no supo hasta el 1 de septiembre de este año que los vehículos del grupo alemán contenían el «software» ilegal

08 oct 2015 . Actualizado a las 22:18 h.

El presidente del Grupo Volkswagen (VW) en Estados Unidos, Michael Horn, se enfrentó este jueves a un aluvión de críticas en el Congreso estadounidense por el trucaje de los motores diésel y reconoció que la mayoría de los 500.000 vehículos afectados en este país seguirán contaminando por lo menos hasta el 2017. Horn compareció durante dos horas ante un grupo del Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes para intentar responder a las preguntas de los congresistas sobre las acciones del Grupo Volkswagen en el escándalo.

El presidente dejó numerosas preguntas claves sin responder y proclamó su desconocimiento previo tanto de la manipulación de los motores turbodiesel de la compañía alemana como de los detalles del software ilegal que oculta las emisiones reales de los vehículos. Horn sí reconoció que el objetivo del software ilegal implantado en los sistemas de control de gestión de los motores diesel vendidos entre el 2008 y el 2015 en Estados Unidos era ocultar a la Agencia de Protección Ambiental de EEUU (EPA) que los automóviles no cumplían las normas de emisiones de óxidos de nitrógeno del país.

A la pregunta del presidente del comité, el republicano de Pensilvania Tim Murphy, de si VW instaló software «con el propósito expreso» de ocultar sus emisiones, Horn respondió que «sí, fue instalado con ese propósito». Pero el ejecutivo alemán, de 51 años, añadió que no tuvo conocimiento hasta el 1 de septiembre de este año, dos días antes de que el Grupo Volkswagen admitiesen ante EPA que los vehículos estaban manipulados y 17 días antes de que fuese público que los automóviles estaban trucados.

Hasta ese momento, Horn sólo sabía que sus vehículos no cumplían las normas de emisiones, gracias a un estudio realizado a principios de 2014 por investigadores independientes, pero la empresa matriz en Alemania le había informado de que el problema podía ser arreglado con la instalación de un nuevo software. «En ese momento -explicó-, no tenía ni idea de que era un aparato para manipular (emisiones) y no tenía ninguna indicación» de que hubiese sido instalado en los vehículos de VW.

Varias veces, Horn se disculpó por su incapacidad para responder a las preguntas específicas de los congresistas, en ocasiones porque la casa matriz en Alemania no le había proporcionado la información y en otras porque, según dijo, «no soy un ingeniero».

Lo que el alto ejecutivo sí pudo explicar es que hay tres generaciones de motores afectados y que la solución para eliminar el software ilegal, cumpliendo las normas estadounidenses sobre emisiones, sólo es fácil para el modelo más moderno, la tercera generación instalada en los modelos 2015 y 2016.

Para el resto, unos 430.000 de los 500.000 vehículos afectados en Estados Unidos, la solución es más complicada porque requiere la instalación de nuevos equipos y, en muchos casos, no estará disponible hasta el 2017.

Esto supone que esos automóviles seguirán emitiendo durante más de un año niveles de óxidos, productos considerados cancerígenos por las autoridades, hasta 40 veces más elevados de lo permitido. Horn explicó que VW está investigando internamente para determinar quiénes son los responsables del engaño y que sufrirán las consecuencias de sus acciones.

Sin embargo, los congresistas estadounidenses expresaron en varias ocasiones su frustración con las respuestas de Horn, especialmente cuando el ejecutivo intentó cargar la responsabilidad del escándalo en «un par» de programadores en Alemania responsables de escribir el código. Horn afirmó que «esto fue algo que hicieron individuos» y no una decisión corporativa. El representante republicano por Michigan Fred Upton advirtió al presidente de que «Volkswagen pagará un elevado precio por su sucio secretillo».

Otros representantes sugirieron a Horn que lo que la compañía tiene que hacer es compensar a los propietarios de los vehículos trucados porque VW les vendió un producto distinto al que estaba publicitado, o reembolsar el precio pagado.

Ante la propuesta de la representante demócrata Jan Schakowsky de que VW preste automóviles a los propietarios afectados para evitar las emisiones contaminantes hasta que estén arreglados, Horn contestó que la compañía no puede hacerlo «porque EPA ha dicho que los vehículos son seguros». 

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