Adiós en diferido al billete de 500

patricia baelo BERLÍN / E. LA VOZ

ECONOMÍA

Pilar Canicoba

El BCE dejará de imprimirlos a finales del 2018, pero seguirán siendo válidos para siempre

05 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El lila ya no está de moda en las finanzas. El Banco Central Europeo ponía fin ayer a un largo debate, al anunciar que dejará de imprimir billetes de 500 euros «hacia finales del 2018», para cuando tiene previsto haber introducido los nuevos de 100 y 200 euros de la serie Europa. No obstante, el papel con más valor de toda la eurozona seguirá siendo aceptado para las transacciones comerciales y podrá ser canjeado indefinidamente en todos los países. Así lo decidió el consejo de gobierno de la entidad, en el están representados los jefes de los 19 bancos centrales de la zona del euro. «En vista de la función internacional del euro y de la extendida confianza en sus billetes, el de 500 puede continuar usándose como medio de pago y depósito de valor», subrayó el BCE.

Pero entonces, ¿por qué habría de pasar a la historia el papel ilustrado con motivos arquitectónicos del siglo XX, 14 años después de ver la luz? El principal motivo es su innegable vínculo con el crimen organizado y actividades ilícitas, tales como el blanqueo de capitales, el fortalecimiento de la economía sumergida y hasta la financiación del terrorismo. «El billete de 500 euros es un instrumento para actividades ilegales» dijo una vez el presidente del BCE, Mario Draghi, que ha decidido ahora seguir la recomendación de los ministros de Finanzas de la UE, que el pasado febrero le instaron a que adoptara «medidas razonables» al respecto. «Se ha llegado a un punto en el que la gente enrolla los billetes de 500, los esconde dentro de un preservativo y se los traga», asegura el criminalista Sebastian Fiedler.

Aunque muchos expertos, como el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, dudan de que la desaparición del papel lila vaya a significar el fin de la criminalidad. Algo que tampoco ha ocurrido en España, Italia o Francia, después de que las autoridades fijaran un límite para los pagos en efectivo. Ayer mismo, el presidente del Instituto alemán de Investigación Económica (Ifo), Clemens Fuest, se opuso a su retirada, porque considera que «reducirá la confianza en el BCE» y creará la impresión de que se trata de una excusa «para bajar aún más los tipos de interés». Es más, los analistas financieros ven en esta decisión un nuevo intento de claudicar con los deseos del gobierno estadounidense, que aspira así a debilitar las reservas de la moneda única, para fortalecer al dólar.

Pero, sobre todo, muchos temen que la retirada del billete de 500 euros sea solo el principio del fin de los pagos en efectivo, tal como ha ocurrido en Dinamarca o Suecia. En este sentido, el directivo del Bundesbank Carl-Ludwig Thiele aplaudió la idea del BCE de mantener el resto de las denominaciones, que van de 5 a 200 euros. Por su parte, los Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) se refirieron a la desaparición del papel lila como un «paso importante» en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal en la eurozona, aunque advirtieron que al no haber fijado ningún límite a esa retirada, la entidad deja la puerta abierta a que se eviten responsabilidades fiscales y tributarias.

España, la que más tiene

Especialmente en España, que en marzo acumulaba 32.398,6 millones de euros en billetes de 500, el 10 % de todos los que hay en circulación y el 77,4 % del dinero que se mueve en el país . El hecho de que el ciudadano de a pie apenas utilice este papel para sus transacciones diarias demuestra que está ligado a actividades ilegales, concluye Gestha, que reclama no obstante al BCE medidas adicionales para reforzar el control tributario. Se estima que casi 600 millones de billetes de 500 euros circulan actualmente en toda la eurozona. Mientras que en España la cifra cayó en marzo hasta los 64,8 millones de unidades, su nivel más bajo desde octubre del 2004, época en la que el papel lila aún generaba mucho escepticismo, debido a su gran valor. Y eso que se trata del país con más billetes de esta denominación en su poder gracias a la afición de los españoles por los pagos en efectivo. Un aspecto este que comparte con Alemania, donde desde tiempos inmemoriales la población almacena importantes cantidades de dinero en casa.