«Estábamos tan hartos de Alcoa que vimos la venta como la salvación»

f. f. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

José Manuel Pascual es el secretario general de CC. OO. en la fábrica de Alicante adquirida por Atlas Holding

25 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En una tesitura parecida, o peor, se vieron hace dos años los trabajadores de las fábricas que poseía Alcoa en Amorebieta (Vizcaya) y Alicante. Estos últimos, tras aguantar cuatro expedientes de regulación de empleo seguidos, vieron cómo la multinacional los vendía a un grupo desconocido, Atlas Holding, que nada tenía que ver con el negocio del aluminio. Y ahora «estamos súper contentos», confiesa José Manuel Pascual, secretario general de CC.OO. en la planta de Alicante.

Atlas Holding, constituida por cinco inversores norteamericanos para comprar divisiones de multinacionales en apuros, creó Aludium para integrar bajo ese nombre las plantas de Amorebieta y Alicante, más una en Francia, también vendida por Alcoa. En el último año, en Alicante, «incrementamos producción y plantilla y hay un plan de inversiones». Todo un edén para una plantilla integrada ahora por 350 personas que se veían con un pie en la calle. Pascual explica que el momento de la venta de la fábrica la vivieron casi, casi con alegría. «Estábamos tan hartos de Alcoa que vimos la venta como una salvación», resume el sindicalista. Los ERE de la multinacional estadounidense se transformaron en un plan de futuro que incluye, por ejemplo, la reapertura de la fundición que cerró Alcoa y el impulso al centro de investigación del aluminio que posee la fábrica alicantina. Pascual explica que no hubo ningún milagro, simplemente los nuevos dueños apostaron por la planta y Alcoa, no. Es consciente de que los inversores de Atlas buscan rentabilidad -«como todas las empresas»- y que podrían deshacerse de Aludium a corto o medio plazo para hacer caja, pero «no tenemos miedo», zanja.

El sindicalista no sabe por cuánto dinero se cerró la operación, aunque sí que Atlas Holding se comprometió con la multinacional estadounidense a ser cliente de la fábrica de San Cibrao. De las instalaciones de Cervo salen tochos de aluminio que luego van a Amorebieta y de ahí a Alicante. Aquí se efectúa la transformación del producto. Elabora piezas sobre todo para coches y también tapones de botellas, entre otros. Pascual aclara que la planta en la que trabaja no arrastra el problema de la factura eléctrica que sí ahoga a las gallegas y a la asturiana porque no precisa tanta energía para sus procesos.

Sobre la posible venta de las plantas gallegas y asturianas, Pascual alberga recelos y se toma el anuncio (no confirmado directamente por la empresa, pero tampoco desmentido) con cautela. Porque Pascual entiende que el proceso no se hace así. Lo «normal» es que la dirección convoque primero al comité europeo para comunicarle sus planes de venta. Y no ha sido así. Teme que sea otra treta de Alcoa para presionar a trabajadores y políticos para conseguir más subvenciones en la tarifa eléctrica en la próxima subasta de incentivos, prevista para septiembre. «Ya los conocemos y sabemos cómo suelen actuar», concluye Pascual.

Cinco inversores americanos crearon Atlas para comprar divisiones en apuros de multinacionales

Pascual destaca que con Atlas ha aumentado la producción y la plantilla