Manuel Añón: «No sé mi fortuna, pero 'Forbes' tampoco»

Sofía Vázquez
Sofía Vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

VÍTOR MEJUTO

El empresario acaba de acometer una inversión de más de 60 millones en la compra de dos empresas

26 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Añón es una de las principales fortunas de España, pero parece que él no es consciente de ello. Trabaja con una actividad frenética. Cree en lo que hace y conoce perfectamente su sector: el del acero. De eso es precisamente de lo que le gusta hablar. Detrás de él, un grupo con una plantilla que se sitúa en torno a los 540 empleados, y creciendo en España y en el exterior.

-Dice «Forbes» que usted tiene una fortuna de 400 millones de euros y que está entre los cien empresarios más ricos de España.

-[Se ríe]. Dígale usted a Forbes, porque yo nunca hablé con ellos, que ojalá fuese cierto. Pero no es verdad.

-Entonces, ¿me va a decir cuál es su fortuna?

-Es que ni la sé. El dinero lo vas invirtiendo aquí y allí y realmente no sabes cuánto vale lo que tienes en cada momento. Por eso no le puedo decir cuál es mi fortuna. No la sé. Pero Forbes tampoco. [Se ríe de nuevo].

-Acaba de adquirir la división española del gigante alemán Klockner. ¿Por cuánto la compró? ¿Qué vio en esta operación?

-La inversión para adquirir la empresa fue de 30 millones, a lo que habría que abonar el pago de materiales porque estaba funcionando. Llevaba mucho tiempo detrás de ella. Comercial de Laminados Ibérica es la mayor comercializadora de España de acero. Dispone de 22 almacenes. En el polígono de la Grela, en A Coruña, tenía Hierros del Cantábrico (cerró al igual que el que había en Vigo); en Andalucía, Hierros del Guadalquivir; en Levante, Hierros Turia [en esta división Añón tiene un socio con el 20 % del capital]; en Zaragoza, Hierros Ebro... Tiene además dos plantas de producción. Siempre me gustó porque llegamos al cliente final. Aunque vamos a seguir vendiendo a terceros, por supuesto, nosotros llegaremos con nuestros productos al cliente finalista. Este era nuestro objetivo desde hacía mucho tiempo.

-Podían haber creado ustedes una comercial.

-Sí, pero nos llevaría más tiempo y no quitabas a un competidor del mercado. Lo mejor era hacerse con ella.

-Usted ha salido de compras. También se hizo con LDL (Laminoirs des Landes), en Francia.

-Sí, también, la inversión fue de 30 millones por el 60 % del capital, el resto es de un bróker suizo amigo nuestro [Sipro Stahl Schweiz]. La planta comenzó su construcción en el 2009. Pero su anterior dueño [Carlo Beltrame], con la crisis, optó por no continuar el proyecto. Lo tuve desde entonces encima de mi mesa, pero llegaba chapa de países como China a precios con los que no se podía competir. La decisión respecto a la adquisición la tomamos en el mes de octubre, después de que la Unión Europea adoptase medidas antidumpin. La chapa industrial de la que hablamos es esa que se ve en los camiones de 2,5 por 12 metros. Fue cuando la inversión de la planta cobró sentido y nos metimos de lleno en ella. Esperamos que esté en funcionamiento a finales de verano.

-¿Cómo va Brasil? El país está pasando un momento complicado.

-Sí, pero prevemos mejoras y creo que ya las está habiendo. Hay mucha obra que se ha retomado. Las dos primeras fases de nuestro proyecto han finalizado. Hicimos un tren laminador con dos salidas: una de barras en recto y otro en rollos con distinto formato. Además pusimos en marcha una fábrica de acabados como Gallega de Mallas. En total, 200 millones. El resto de lo que estaba proyectado para Brasil está parado hasta que el país salga adelante.

-También afrontan trasladar Gallega de Mallas de Sabón a Carballo. Doce millones de euros. ¿Qué harán en estas instalaciones? -Un almacén central para Galicia de Comercial de Laminados Ibérica.

«Hace años la gente tenía palabra»

El empresario gallego fue uno de los que invirtió en NCG Banco, fruto de la fusión de las cajas gallegas. Perdió 25 millones.

-¿En qué momento está el juicio con el FROB?

-Con todo el cariño, tiene que entender que no puedo hablar. Ni puedo ni quiero. Es un tema que está en manos de los jueces.

-De acuerdo. Antes de tener problemas con el FROB, los tuvo con Corporación Caixa Galicia y estos días también anda en otro juicio...

-Bueno hubo problemas para llegar a un acuerdo con la Corporación. Pero una vez que llegamos, yo me salí. Y llegado el acuerdo, no tengo nada que decir.

-La pregunta sería: ¿Qué ocurre, uno no se puede fiar de la palabra de nadie? ¿Qué ha aprendido usted de estos líos judiciales?

-He aprendido a tener mucho cuidado. Hace años la gente tenía palabra. Un actor gallego conocido por todos como es Manolo Manquiña recordaba: tanto te digo una cosa como te digo la otra. ¿Entiende? Hay que tener cuidado justamente porque te dicen una cosa y es otra. Nosotros, los que llevamos trabajando toda la vida, no estamos acostumbrados a esas cosas. Cuando damos la palabra y la mano, el pacto es más firme que ningún contrato. Pero esto ahora, por desgracia, no es así. Hay que exigir contratos, y bien hechos.

-Usted, que se mueve por todo el mundo, ¿tiene algún empresario de referencia?

-Esta pregunta es muy fácil de contestar. Lo tengo de vecino de toda la vida. Es el gran maestro, creo, de todos los empresarios. No por hacer su fortuna, sino por la empresa que ha hecho, por cómo la lleva, por el éxito que tiene y ha tenido. Es un éxito personal que no se aprende en la Universidad de Houston y tampoco te lo enseña Forbes. Ahí está su éxito.

-Le digo un nombre: Epifanio Campo [empresario de referencia en Galicia con el que compartió proyectos y acaba de fallecer].

-Muchísimo cariño. Siempre.

Cambió de residencia a Madrid, ciudad bien comunicada con todo el mundo

Acordar una cita con Manuel Añón no es fácil. Viaja constantemente.

-Pasa mucho tiempo en Madrid.

-Vivo en Madrid, aunque soy de aquí, de Galicia.

- ¿Cambió de residencia?

-Sí

-¿Por qué?

-Gran parte de mi tiempo transcurre en los aviones. Desde Galicia es mucho más difícil volar internacionalmente. Tienes que viajar a Madrid e infinidad de veces tienes que esperar 3, 4, 5 y hasta 6 y 7 horas en el aeropuerto. Es muy difícil. Mis hijos querían estudiar en Madrid y, al vender las empresas más grandes que teníamos, decidimos trasladarnos. Paso mucho tiempo en Galicia, y en todos lados. A veces no sé dónde me encuentro [ríe]. Hace dos meses que tengo Klockner y aún no conozco todas las sedes que tiene. Viajas aquí, viajas allá, solucionas esto y aquello, y el tiempo no te llega a nada. Tanto Galicia como Madrid son lugares excelentes para vivir. Me encanta Galicia. Y me encanta Madrid. Otra cosa es hablar de negocios. En Madrid tienes unas comunicaciones mucho más rápidas. Así que todo resulta mucho más fácil.