¿Qué está pasando en el Banco Popular?

Javier Santacruz TRIBUNA

ECONOMÍA

18 may 2017 . Actualizado a las 07:27 h.

Nueve años después de su puesta en marcha, la reestructuración del sistema financiero español todavía no ha finalizado, tras comprometer -entre gastos explícitos y garantías del Estado- alrededor de 30 puntos de PIB. En este sentido, siguen existiendo varios focos activos, y uno de estos es el Popular.

Este banco es un ejemplo paradigmático de pérdida de sus ventajas competitivas por subirse al carro de la coyuntura y cómo esto lleva, más tarde o más temprano, al fracaso. La entidad ya evidenciaba sus problemas en el 2008 y desde entonces se ha recurrido a sucesivas ampliaciones de capital con la intención dar una solución privada, pero sin atajar los problemas de fondo, que siguen siendo su falta de modelo de negocio a largo plazo y un deterioro acelerado de sus activos.

Por ello, estamos ante un problema que se ha gangrenado -un accionista en el 2007 que hoy continúe con sus títulos ha perdido un 98 % de su inversión-, y esto dificulta enormemente su solución. La guía desde el 2013 es clara: cambio de gestión, levantar las alfombras, asunción de pérdidas, ampliación de capital y venta por partes a otras entidades financieras, preferentemente extranjeras.

Los tres primeros pasos ya se han dado. Sin embargo, ¿por qué ha cambiado todo en estas semanas? Sobre todo, se han acelerado los tiempos, la desconfianza de los grandes bancos está en aumento y se exige una solución inmediata. Todo el ruido de mercado y mediático está contribuyendo a que la solución sea todavía más dolorosa, ya que sea cual sea (y la peor sin duda sería un rescate público), en un escenario conservador le puede costar hasta 150 puntos básicos de core capital; en el peor de los escenarios, el coste se eleva a 220-230 puntos básicos.

Tras el primer saneamiento, el Popular tiene una ratio de core capital del 9,93 %. Un impacto como el que se dibuja en el peor de los escenarios dejaría al banco por debajo de los mínimos regulatorios. Por ello, cualquier solución con prisa es mala. De todas las posibles, la más deseable es la entrada de un banco europeo, la más factible es la absorción por una entidad tipo BBVA y la peor es meter a Bankia en este asunto y, por tanto, organizar un rescate público encubierto muy difícil de justificar ante Europa.